miércoles, 8 de diciembre de 2021

EL VENCEDOR.

Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe. Apocalipsis 2:17.

Hace tiempo escribí una matutina con este mismo verso. Hoy quiero darle otro sentido distinto. 

Dios dotó al hombre de cualidades asombrosas, “el olfato” “el gusto” “el tacto” y “el oído”. 

Cualidades esenciales para vivir en esta tierra. El que tiene buen oído, presta atención a los consejos que se han dado en la Biblia y en el Espíritu de profecía. 

Hacer oídos sordos a estos consejos, es ser un temerario y demostrar poco interés por las cosas de Dios. El oír la palabra de Dios no tiene sentido si la vida no se modela con lo que has leído. 

Es como aquel hombre que compra en un suburbio de Tailandia un collar por 30 dólares, el vendedor era ignorante de lo que tenía en las manos. 

El comprador lo vendió en una joyería po 300 dólares, ambos eran ignorantes de lo que había perdido. Ese collar en cada piedra llevaba la inscripción “N a J” 

Eran las iniciales de Napoleón Bonaparte. Cristo no solamente pondrá un nombre nuevo, sino que nos dará a comer del maná, ¡No el maná físico! 

El “maná” simboliza la vida espiritual en Cristo ahora y en la vida eterna (Juan 6:32-33). Todos los redimidos tendrán un nombre nuevo. 

A todos nos gustaría estar con Jesús, no importa si la piedra es blanca, o es una esmeralda, o cualquier piedra preciosa, el caso es estar a lado de nuestro Jesús. 

Pero nuestro Señor Jesucristo es un Dios de Orden, así que en esa piedra blanca, estará nuestro nombre, junto con nuestra corona llenas de joyas; lo importante es esta con Jesús. 

Creo sinceramente, en mi humilde opinión, que el renacimiento espiritual y la transformación del carácter sólo puede ser entendido por las personas que los ha experimentado. 

Creo que esa piedra es el conjunto del nombre y del carácter nuevo de la persona, que sólo ella conoce. Todo esfuerzo por explicar dicha experiencia en cada persona será imposible de explicar. 

En los tiempos bíblicos la gente recibía un nombre nuevo que simbolizaba su trayectoria como hijo de Dios.


Tenemos a Abram y Dios le puso Abraham; a Jacob por el de Israel. 

Estos dos hombres se habían aferrado a la gracia de Cristo y dependían de ella. 

Las promesas de Dios, y el corazón infinito no podrán poner de lado la súplicas del pecador arrepentido. 

No se cual sera mi nombre, pero para mi lo más importante es estar con Jesús. “¿Y para ti?” Dios te llama hoy, respóndele, no importa lo que hayas sido, Cristo te ama,

MARANATA.

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