miércoles, 22 de diciembre de 2021

BET-CAR.

Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová. 1 Sam. 7:12

Es muy dudosa la ubicación, donde puso Samuel la piedra, algunos arqueólogos de Israel piensa o sitúan ente lugar en la actual Àinkarim, a 6,7 Km al oeste de jerusalén. 

Pero otros piensa que esta en Ber-car con Ramath-Rahel, a 4,6 kilómetros de Jerusalén. 

Lo más trascendental de esta historia es la ayuda de Dios con un pueblo dado a la idolatría. Dios libera a su pueblo de los terribles filisteos. 

Israel había apostatado y adoraba a los dioses de madera, de bronce, de hierro, y de piedra. Idolos de los países vecinos. Dios se vio obligado a quitar su protección y permitir que los filisteos lo oprimiera. 

Esto debería de ser una advertencia para aquellos que dicen ser su pueblo. Pues los ídolos se puede representar de diferentes formas en nuestras vidas. 

Todo aquello que nos aleje de Dios representa un ídolo. El hecho de que Dios los hubiera liberado de los enemigos en esa ocasión era tan sólo una prenda de futuras intervenciones de la Providencia. 

¿Cuántas veces te a librado Dios de la mano de tu enemigo? En muchas ocasiones nuestro Dios nos ha librado de grandes peligros. 

Dios envía a sus ángeles para sacarnos de situaciones muy peligrosas. 

Si nuestros ojos fueran abiertos, nos llevaríamos grandes sorpresa de como los santos ángeles nos salva de los peligros de nuestro fiero enemigo.

La mano de Dios se extiende sobre su pueblo. Samuel quería que su pueblo Israel comprendiera que el Señor los asistiría siempre si tan sólo le obedecieran día tras día, y no se tomaría en cuenta su proceder.

Es bueno que los cristianos vuelva constantemente al Eben-ezeres de la vida, donde, sobrevinieron la liberación de Dios sobre ellos. 

El pueblo le pedía a Samuel que intercediera por ellos sin cesar ante la presencia de Dios. 

Hoy tenemos ante el trono de la gracia, a Cristo que intercede cada momento por aquellos que claman ante la presencia de Dios Padre. 

¿Respondió Dios al clamor de su pueblo por ayuda? Por supuesto que sí. 


Al renunciar al culto y a las costumbres del mundo pagano, y a confesar su pecado humildemente y que se habían apartado de Dios. 

El Señor los perdonó y los liberó. Así sucederá con aquellos que claman de día y noche por la liberación del pecado. 

Todo verdadero cristiano ha experimentado el poder milagroso de Dios en su vida. Necesitamos recordar esas experiencias cada día. Y dar gracias a Dios por la ayuda dada cada momento de nuestra vida.

MARANATA.

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