lunes, 8 de noviembre de 2021

OYE ISRAEL.

Oye, Israel: Jehová nuestro Dios. Jehová uno es.Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Deuteronomio 6:4-5.

Esta advertencia es dirigida al pueblo de Israel de antaño. Pero por ende, es dirigida al pueblo espiritual de Israel. Coda hijo de Dios, deberíamos entender y acatar las órdenes de nuestro Dios. 

Durante siglo el hombre a querido distorsionar la imagen de Dios, haciéndose imágenes a la semejanza de hombre y mujer. 

El pueblo de Dios vive en notable contraste con las naciones que viven a su alrededor que eran politeístas. Tenían varias divinidades que adoraban. 

El pueblo de Dios era y sigue siendo Monoteísta. Ya que creen la existencia de un solo dios que creó el universo y nuestro mundo. 

La profesión de fe ha sido santo y seña en el pueblo de Dios a través de los siglos. Los israelitas fueron durante 3.000 años fieles a Dios.

Y Jesús le respondió: El primer mandamiento de todo es: Oye, oh Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. El apóstol Pablo afirma que la misma verdad es fundamental para el cristiano (1º Cor. 8:4-6; Efe 4:4-6). 

Pero muchos de los seres humanos se olvidan de amar a Dios y buscan otros dioses más benévolos con ellos. 

El pueblo de Israel, pronto se olvidó de este mandamiento de Dios, y las consecuencias fueron su destrucción en el año 722 a.C. 

El amar a Dios con todo nuestro corazón, va más allá de lo entendemos, es entablar una relación o una unión entre Dios y el hombre. 

La relación del creyente con Dios se basa en el amor ( 1º Juan 4:19), y el amor es el principio fundamental de su ley (Mat.12:29-30). Dios quiere a hombres que le amen de todo corazón. 

El amar perfectamente es obedecer de todo corazón a sus requerimientos.Una gran mayoría de cristiano, dicen amar a Dios, pero violan todos sus preceptos. 

Tiene que haber en el interior del cristiano un redoblamiento profundo y serio en el interior del corazón. 

El ser humano exige todo los efectos de la mujer que ama, y que esta sea correspondida de la misma manera. (Crédito N, G España)

Todos los cristianos quieren ver a su Señor en el cielo, eso está bien, ¿pero que le damos nosotros a cambio? 

Un corazón desleal, llenos de dudas, codicioso y ambicioso. Dios lo que desea es nuestros afectos, nuestros sentimientos, y nuestra voluntad. 

En otras palabras: Quiere tu lealtad, tu dedicación a su ministerio, y que testifique a otros por él. 

Dios nos hizo sacerdotes para Dios y su Padre; deberíamos de ser un pueblo santo adquirido por Dios. 

Por lo tanto nuestro amor debe de ser para nuestro Señor Jesucristo incondicional.

MARANATA.

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