sábado, 6 de noviembre de 2021

LA BENDICIÓN DE CADA MAÑANA.

Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Lam. 3:22-23.

El salmo 36 se declara la misericordia de Dios; y se contrasta con la maldad del hombre que se expresa en los primeros capítulos. 

También se nos muestra los atributos de Dios y su hermosura. 

Se nos presenta una oración ferviente para pedirle a Dios que revele su bondad a todo los rectos de corazón. Aquellos que le buscan con sinceridad, y quieren llevar una vida dedicada a el. 

Jeremías quiere manifestar el amor de Dios para su pueblo, y nos asegura que tal amor son multiformes y nunca se acaba. 

Jeremías revela la verdad sublime acerca de la verdadera intenciones del Señor para con su pueblo, que a través de los tiempos a sido afligido por los que se llaman hijos de Dios. 

El pueblo de Israel siempre fue tras los baales, y así sucedió hasta la destrucción de Israel en el año 70 d.C. 

Pero Dios se ha revelado a través de los siglos, como un Dios compasivo que a pesar que tiene que castigar la impiedad del hombre, “no aflige ni entristece voluntariamente “ Y su misericordia nunca decayeron. 

La vida cristiana debe de ser una relación con Dios que debe de profundizar cada mañana y cada noche. Tiene que ser para cada cristiano la vida, la salud, el alimento, el compañerismo. 

Cada día se tiene que renovar, poner nuestros problemas en sus manos. Ya que cada bendición es una dádiva, es una manifestación del constante amor de Aquel que es el Dador de toda dádiva y todo don perfecto (Santiago 1:17). 

Pero si queremos conocer a Dios, todos sin excepción, tenemos que avanzar en nuestra carrera cristiana. Entonces el sol de justicia resplandecerá en cada hijo de Dios. 

No hay un solo ser humano que goce de tan perfecta salud espiritual si su corazón está ligado al amor de Dios.

 Cuando el pecador es perdonado, el siente una paz interior que no se puede comparar con nada que hay en la tierra. 

El cristiano se tiene que elevarse por encima de la depravación de la humanidad hasta el espacio ilimitado donde mora Dios. 

Cada mañana nos encontramos con Dios, entonemos himnos de alabanza, o cantamos salmos a su nombre, reconociendo que es nuestro único Dios. 

Si así lo hacemos, será un día donde cada paso que demos, estaremos al amparo de nuestro Dios. 

Echemos un vistazo al pasado, y veamos cuántas cosas ha hecho Dios por nosotros, entonces comprenderemos la grandeza de nuestro Dios y cuán grande es su misericordia. 

“Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Prov. 4:18.

MARANATA.

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