jueves, 11 de noviembre de 2021

LA PERFECCIÓN DEL CRISTIANO.

Sed, pues, vosotros perfecto, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Mateo 5:48

Cristo a lo largo de su ministerio demostró que en el reino que va ha establecer, son los propósitos y motivos íntimos los que determinan la perfección del carácter y no sólo los actos visibles. 

Vivimos en un mundo donde los valores del ser humano están fallando, donde nuestra tecnología, nuestro saber del ser humano nunca concuerda con nuestros sueños. 

El hombre tiene un ideal en su vida y trata de alcanzarlo pero que siempre está más allá de sus manos. El hombre puede mirar lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1º Sam. 16:7).

¿Somos los humanos criaturas extrañas? Podemos intuir lo que es perfecto, ¡pero no podemos alcanzar la perfección! 

Los hijos de Dios deben de comprender que hay nuevas alturas que alcanzar y que él mismo no ha alcanzado la perfección final. 

Pero lo que el ser humano, oh los hijos de Dios deberíamos a lo larga de nuestra existencia, apartarnos de nuestro egoísmo, malas palabras, la envidia y los celos etc. 

Son estos pasos lo que capacitarán al hombre a ser un hombre intelectual y “maduro”. Muchos cristianos creen que en meterse en un claustro, para meditar y orar, esto no le dará la vida eterna, ni le salvara. 

Jesús no está hablando de una impecabilidad absoluta en esta vida (ver CC 57). La santificación es una obra progresiva del cristiano. Esta perfección tiene que ver mucho con nuestra relación con los demás. 

Vemos que muchos que se llaman hijos de Dios, su ejemplo deja mucho que desear. Luego su transformación no es progresiva, sino más lenta cada día. 

Algunos rabinos enseñaban que la justicia consistía en tener en la cuenta en el reino de los cielos, con bastantes acciones buenas que acciones malas. 

Creo con humildad que el ser hijo de Dio nunca podemos alcanzar la perfección basada en nuestras propias fuerza. 

No solamente los judíos se esforzaban arduamente para ser justos, y alcanzar la salvación mediante las obras. 

En toda la Edad Media, el hombre buscaba su salvación por las obras y la penitencia.

 En su legalismo prestaban tanta atención a los detalles diminutos de la letra de la ley, que perdían completamente de vista su espíritu. 

Habían olvidado que el propósito era levantar la mirada a los elevados ideales del supremo amor a Dios y amor altruista para los prójimos (cap.22:34-40). 

Ser “hijos de vuestro Padre que está en los cielos” equivale a ser “perfectos, como vuestro Padre que está en el cielo es perfecto”. 

Dentro de nuestra esfera humana. Cristo nos dio el ejemplo, en una esfera humana.

MARANATA.

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