domingo, 21 de noviembre de 2021

LA FORTALEZA DE LOS SIGLOS.

Confiar en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos. Isa. 26:4.

En unos de mi viajes al Pirineo de España, que hace frontera con Francia. Según iba caminando hacia la cueva de Góriz, contemple las hermosas cumbres bañadas por la nieve. 

Como esas cumbres daban el testimonio de su poder. Fue una lección para mi, pues comprendí que una simple cordillera que divide dos países pudiera dar un ejemplo de poder. 

Cristo es la “roca de los siglos” o sea “eterna” Solamente para aquellos que creen en él. Isaías en el cap. 17:10 se nos dice: 

Porque te olvidaste del Dios de tu salvación, y no te acordastes de la roca de tu refugio; por tanto, sembrarás plantas hermosas, y plantarás sarmientos extraños. 

Dios es la verdadera defensa de su pueblo, aunque algunos no lo admitan. Cuando el hombre se aparta de Dios, vana es la esperanza de buscar protección de Dios, porque han buscado la protección de sus ídolos. En el salmo 28:1. 

Encontramos la desesperación de un rey que ve como el mundo de sus días lo arrastraba hacía la impiedad. Hay abrupto drama y llanto y súplica para buscar la protección de Dios. 

Pero hay un silencio en que Dios no habla, y deja que el salmista le cuente todo lo que hay en su corazón. 

¿Quien de ustedes no ha pasado por una prueba tal? Y un poco más tarde encuentra la paz en su corazón de haber sido perdonado y salvado de esa situación. 

En los versos 6-7, vemos que el salmista a recibido la respuesta de Dios dentro de su interior. Y irrumpe en gozo y con himnos de alabanza. 

Esta debería de ser la actitud del creyente ante Dios, por sálvanos cada día de las trampas de Satanás que nos pone en nuestro camino. 

Ninguna persona que confía en Dios puede dejar de cantar alabanzas a su Dios. Creo sinceramente que el cristiano sincero siempre debe de alabar a Dios por su gran misericordia hacia nosotros. 

El salmista hace una petición a Dios, como lo hacemos cada creyente. Inclina a mí tu oído, líbrame pronto; 

Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme 31:2. Es decir, por tu reputación o por causa de tu carácter sálvame. 

Cuando se la pronuncia en oración sincera, indica que el suplicante se somete a la voluntad divina y está dispuesto a permitir que sus dificultades personales se pierdan en el programa superior de Dios 

y, además, que él comprende que el honor de Dios está en juego en todo lo que atañe al gobierno divino, y cree que el Altísimo sería deshonrado. 

Esta es una lección para cada cristiano. Dios contesta las oraciones, pero no debemos deshonrar a Dios.

MARANATA.

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