sábado, 8 de mayo de 2021

EL HOMBRE ESPIRITUAL.

Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restaurarles con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado Gál. 6:1

Si alguno fuese sorprendido. Es decir, si alguno cae porque la tentación es muy fuerte. 

Notemos que el pensamiento del cap. 5 continua sin interrupción. 

Pablo se refiere al hecho de que un cristiano puede ser sorprendido en un momento de debilidad o de un descuido espiritual, por hallarse desprevenido (5:24). 

El propósito del cristiano era caminar “por el Espíritu” (ves. 25); pero fue vencido por la tentación. 

Había procurado que “el fruto del Espíritu” (ver. 22-23) fuera evidente en su vida; pero para su angustia suya descubrió que todavía el viejo hombre dominaba su mente (19-21). 

Había recibido el Espíritu cuando se bautizo, y empezaba su marcha o su caminar con la dirección del Espíritu Santo, para dar los verdaderos frutos del Espíritu. 


Pero se encontró con pura realidad, sus intenciones eran buenas; pero, como Pablo (ver Rom. 7:19-24), había descubierto para su desaliento que la carne era débil. 

Hay cristianos dentro de la iglesia de Dios, que sirven a dos Señores, cuando se le amonesta para que lleve una buena conducta debe de hacerse con amor, para que en él allá un verdadero arrepentimiento.

 “Vosotros que sois espirituales, restaurarle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”. 

La Biblia no enseña que no deba hacerse caso del pecado. Jesús dijo: “Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepiente, perdónale”. 

Y si siete veces al día pecare contra ti, siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale” Luc. 17:3-4. 

En nuestro texto expuesto, se pide al cristiano sincero que “restaure” al que ha obrado mal, pero al mismo tiempo se hace énfasis en que este proceso de restauración debe de efectuase con bondad y humildad. 

Pero con tanta frecuencia se trata con frialdad y desprecio a los que yerran. Muchos se han apartado de la iglesia por la frialdad y el poco amor por los que yerran. 

Y estos hermanos darán cuenta a Dios en el día del juicio. 

Creo que ese momento es cuando más amor necesita el hermano, pero se ve más frialdad de parte de algunos de sus hermanos en la fe. 

Los que caen en la tentación necesitan muchísimo que una mano movida por la simpatía y amor le ayudase al caído. 

En su desengaño y desilusión necesita que alguien se acerque a él con paciencia y amor, bondad y amabilidad (ver 22-23); alguien que comprenda el significado del amor en Cristo. 

Nunca deberíamos olvidar las palabras que Jesús dijo a una mujer sorprendida en pecado: “Ni yo te condeno, vete y no peques más”. 

MARANATA.

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