PALABRAS DE AGUR.

Dos cosas te he demandado; no me la niegues antes que muera: Vanidad y palabras mentirosas aparta de mí; No me des pobreza ni riquezas; manténme del pan necesario; no sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios. Prov. 30:7-9.

Hace muchos años, en mi juventud cuando Dios se me revelo en Venezuela, esta palabras las repetía muchas veces a mi Dios. Hoy al escribir esta matutina, viene a mi mente como Dios nunca me ha fallado. 

Cuando la compañía Boing, nos despidió a mil persona de su trabaja, fue momentos muy amargos para mi familia. Recuerdo: “No te dejare ni te abandonare al que guarda a Israel” (Deut. 31:8; Josue 1:5; Isa. 41:17 etc). 

Promesas que venían a mi mente, aun hoy sigue viniendo a mi mente. Dios nunca me ha abandonado, nunca e pasado hambre, aun en los momentos más difíciles, él me busco un trabajo a 400 K/m de mi ciudad. 

Dios es un Dios de promesas, y es leal a su palabra. Hoy veo a muchos hijos de Dios que guardan sus mandamientos, cómo son cuidados por su Dios. 

Mucho o poco, pero no se de nadie, que este pasando hambre. Y si hubiese alguien pasando necesidad, demande a Dios su promesa. 

“Eso sí, la fidelidad a Dios debe de ser inquebrantable”. El mayor peligro de la riquezas y de la pobreza, pobreza, es que no necesitan a Dios. 

Uno por tener mucha abundancia, el otro por qué niega de un Dios que le ha dejado en esa situación. El rico no tiene necesidad de Dios, lo cual lo induce a separarse de Dios. 

Y el pobre extremo se siente muy inclinado a pensar que Dios no se preocupa de él, y su escasez económica. Esto fue lo que Agur vio y entendió, ya que el pobre maldecía por su desesperación. 

En esta oración de Agur vemos un reflejo del mundo en que vivimos. Un gran sector de la población del mundo vive sumida, o con poca o ninguna esperanza de un futuro inmediato mejor. 

Sólo hay que entrar por los países asiáticos o Africa y Oriente. Es muy difícil pensar en un planeta industralizado que la gente pase hambre, no solo de pan, sino de la palabra de Dios. 

Vienen años muy difíciles para el cristiano, pero el que sea fiel en lo poco, Dios no lo abandonara. Él dio su palabra, y su palabra es fiel y verdadera. 

Es digno de nota el hecho que ambos extremos-- los muy pobres y los muy ricos-- tienen la tendencia de olvidar a Dios. 


Puede haber excepciones pero no muchas. 

Creo que Dios no es un Dios de clase media, o clase alta. Su compasión se extiende a todo el mundo ricos y pobres. 
Su evangelio no tiene limites, no tiene colores, ni entiende de raza. 

Sólo entiende de corazones quebrantados y doloridos por el pecado. Mat- 11:28. “Es el poder de Dios y la gracia del Espíritu Santo, que atrae al que cree en él”.

MARANATA.

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