sábado, 8 de agosto de 2020

EL IMPÍO ES COMO LA TEMPESTAD.

Mas los impíos son como la tempestad, que no pueden estarse quieta, y sus aguas arrojan cieno y yodo.Isa. 57:20
Una herida cuando se limpia, esta fuera de ser infectada y a su tiempo sanara; pero los tejidos infectados, ya que son mal limpiados se infectaran y la herida aumentara de tamaño por la infección. 

En la segunda guerra mundial, muchos soldados se le tuvieron que amputar un miembro del cuerpo, por que la herida no fue bien limpiada oh la cangrena ya estaba muy extendida. 

El pecado es una cangrena que hay que radicar. La vida del cristiano recibe su porción de heridas en el combate diario con el pecado. 

La fe es el antídoto del cristiano, y sin fe es imposible que el cristiano sea curado “todo lo que no es de fe, es pecado” (Rom.14:23). 

La fe como el antídoto cura la herida, no es el mero asentimiento a una doctrina; es la fe que obra por amor y purifica el alma. Se dice: que el tiempo cura las heridas, En parte es cierto y en parte no. 

Ya que el pecado siempre estará presente hasta que no sea radicado totalmente. Muchos cristianos confunde, la humildad, la mansedumbre y la obediencia con la fe, eso es los frutos de la fe. 


Todos los cristianos deben oh, debemos de alcanzar esta gracia aprendiendo en la escuela de Cristo.(JT. 2. 140). En esta vida recibimos muchas heridas, unas se curan y otras tardan más en curarse. 

Cristo a provisto el bálsamo para el cristiano fiel. Sólo tenemos que acercarnos al trono de la gracia y mantenernos fieles al Señor. 

Juan Wesley dijo: “Lo mejor de todo es que Dios está con nosotros”. Job dijo: “Yo se que mi Redentor vive”. La herida puede estar en nosotros pero es Cristo que limpia nuestra herida. 

El pecado es una herida muy especial. Es sucio y nos produce inmundas llagas que penetra en lo rincones más dentro de nuestro ser, y afecta a nuestro sistema nervioso. 

Las consecuencias son: perturba nuestros pensamientos, nuestra salud, nuestro humor, y incluso llega a no tener apetito el cristiano. 

Una conciencia culpable es la peor herida que una persona puede tener, porque da vuelta y vuelta hasta que llega a la desesperación y pone fin a su vida. 

Necesitamos al Medico Divino, para que cure nuestras llagas, nuestra enfermedad espiritual. 

El primer paso para curar nuestras heridas es confesar a Cristo sólo nuestras faltas.

Y después el Arrepentimiento que es la tristeza por el pecado y el abandono del mismo. La culminación llega cuando desviamos nuestra vista del pecado y nos fijamos en Cristo. 

Si buscamos a Dios, él se allegara a nosotros, él será hallado de vosotros. En Cristo podemos recibir poder para elevarnos sobre el peca
MARANATA.
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