domingo, 23 de agosto de 2020

LA MORAL Y LA RELIGIÓN.

Y vendrán muchos pueblos, y dirán:Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa de Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová Isaías 2:3.
En esta palabras como las afirmaciones de las naciones que irían a Jerusalén, el profeta Isaías coinciden con las afirmaciones de los profetas del AT. 

Las naciones de los gentiles se dirían mutuamente: “Vamos a implorar en favor de Jehová, y buscar a Jehová de los ejércitos” (Zac. 8:21-22). Y a Israel le dirían: “Iremos con vosotros porque hemos oído que Dios está con vosotros (Zac. 8:23). 

Pero esta promesa de reunirse nunca se cumplió en Israel literal. Israel nunca alcanzó las condiciones exigidas. 

Pero la promesa esta ahí y se cumplirá espiritualmente con el pueblo de Dios que guarda su ley (pp. 34-35,37). 

Israel no acepto al Mesías, luego no hubo un profundo reavivamiento espiritual, este reavivamiento debe de ir acompañado de normas morales más elevadas y exigentes. 

El pueblo de Dios que es el Israel espiritual, tendrá que aprender lo que Dios nos enseñe, y nosotros obedeceremos. 


La moral siempre se torna laxa cuando la piedad se enfría. 

Cuando la religión se convierte nada más que en un convencionalismo, la moral siempre pierde su poder para sancionar lo incorrecto. 

Si Israel hubiera sido fiel a Dios, los gentiles habrían pronunciado las palabras anteriores, porque verían las ventajas de adorar al verdadero Dios. ¿Está historia se puede repetir otra vez? Creo sinceramente que si. 

Si descartamos a Dios, nuestras normas morales de caerán. Si descuidamos la temperatura de mi corazón, o si permito que ésta experimente grandes variaciones, la de vil se milla que fue plantada por Jesús morirá. 

Si tú y yo descuidamos nuestra temperatura espiritual, que constituye el clima para tu alma y la mía, mis flores morales y espirituales se resentirán se marchitaran y tú yo moriremos. 

Zacarías da la respuesta: “Vamos a implorar el favor de Jehová. . . “Yo iré con vosotros, en mis oraciones, para implorar por su pueblo”.(Zac. 8:21, 23). 

Pregunto: ¿Conocéis a alguna persona que haya descuidado su religión y que al mismo tiempo se haya tornado más noble y puro, y más fiel en su vida cotidiana? 

¿Habéis conocido a alguno que haya desechado a Cristo y que sin embargo haya llegado a ser semejante a él? 

Cuando dejamos al Espíritu Santo por otras cosas mundanas, la vida moral se deshace. 

Cuando se produce en el cristiano un enriquecimiento de la piedad primitiva, nuestra conducta empezara a brillar com o el oro. 
Debemos escuchar a Dios, entonces cambiara   tú vida y la mía
MARANATA.
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