jueves, 20 de agosto de 2020

LA MISIÓN DE LA ESPOSA.

Que enseñe a las mujeres jóvenes a ser prudentes, a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a ser templadas, castas, buenas, sujetas a sus maridos; porque la palabra de Dios no sea blasfemada. Tito 2:4-5.
Las paredes de un hogar no están construidas con ladrillos, cal barro, o madera. Deben de estar construidas con amor y lealtad. 

Las virtudes femeninas se transmite mejor de una generación a otra mediante mujeres emocionalmente maduras, que han aprendido bien las lecciones de disciplina propia y piedad personal. 

Una mujer cristiana sabe valorar los principios cristianos, ya que estos principios y valores enseñados a través de la Biblia, hace que su conocimiento cristianos se han valorados dentro de una sociedad estable. 

Ella es la que llevara las responsabilidad del hogar, y la educación de sus hijos. 

La esposa sensata se da cuenta de la armonía y la fortaleza del hogar depende de su papel como colaboradora de su esposo, y no como su competencia. 

En este circulo, debe tener su centro en Cristo, pues tal debe de ser el papel de la madre, sobre los hijos llevándolos día tras día a los pies de Jesús. 

Todas sus oraciones hechas por sus hijos serán atendidas. Nada hay que equivalga a la contribución de una madre amante, y desinteresada que se entrega diariamente a sus hijos. 

Los ángeles están pendientes y dispuestos a ayudar a esa madre que lo da todo por sus hijos. Los hijos no deben de ser un impedimento para la felicidad de la pareja. 

Tu hogar nunca debe de ser un lugar de reunión, sino un hogar que desprenda luz del cielo hacia los de más. El hogar debe de ser una fortaleza, y en su centro debe de estar Cristo. 

El Señor desea que el estudio de la palabra sea el centro del hogar. Lo que vale ante Dios es el adorno interior, las gracias del Espíritu, las palabras bondadosas, la consideración atenta hacia otros (Hijos y hijas de Dios. p. 85).

Hay un Dios en lo alto, y la luz y la gloria de su trono iluminan a las madre fiel que procura educar a sus hijos para que resistan a la influencia del mal. 

Ninguna otra obra puede igualarse en importancia con la suya. La madre no tiene, a semejanza del artista, alguna hermosa figura que pintar en su lienzo, ni como el escultor, que cincela en mármol. . . 

Su tarea es desarrollar con la ayuda de Dios la imagen divina en un alma humana E. H. C. p.211-212). 

La figura central en este pequeño mundo siempre será la mujer de la casa. 

Ella es la que puede tejer la armadura en los miembros de la familia y cada mañana aliviara su fatigas y heridas. No hay mayor labor o demanda que la de ser una buena esposa y madre. 

Es ella la que crea el amor y la disposición de ánimo de la familia. “La belleza de un hogar es la armonía”.
MARANATA.
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