lunes, 6 de agosto de 2018

EL AMOR HACIA LOS DE MÁS.

En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir. Hecho 20:35.
Pablo instruye a los Efesios y por ende a nosotros, que seamos o que tengamos piedad con los más necesitados, y que practiquemos este acto de fe. 

Pablo se refiere a los más necesitados que no tienen recursos y que están enfermos. Recuerdo una historia que hace mucho tiempo se la oí a un Pastor. Era un hombre muy rico, y vivía en la gran opulencia y de la noche a la mañana se quedo tan pobre que no tenia nada para comer. 

Se tiro varios años comiendo de los desperdicios que tiraban los restaurantes. Y un buen día, le encontró un amigo suyo, apenas era irreconocible, pero el si lo reconoció. Le contó su triste historia, este amigo lo llevo a su casa, le dio ropa nueva, y le dio 1000 $. 

Aun más le prometio que le ayudaría. Un año más tarde con ese dinero que le había dado su amigo, lo invirtió y empezó a ganar verdadera fortuna. 
 
Por circunstancia de la vida su amigo se marcho a Centro America. 

Cinco años después volvió a su país, y fue a ver a su amigo para que le ayudase económicamente. El amigo se gozo en ver a aquel que le ayudo en un momento critico de su vida. Su amigo le pregunto:

¿Por qué me distes tal cantidad de dinero? ¿Tenías más? El amigo le dijo:Te di todo lo que tenía, sabía que tu lo necesitabas más que yo. El amigo con lagrimas en los ojos, le dijo: “Tu nunca pasaras más problemas en la vida mientras que yo viva. 

Y fue puesto como director en una de sus empresas. Hace mucho tiempo que un Dios de amor, dio todo lo que tenia por la raza humana. No escatimo nada para salvar a sus hijos, Lo dio todo. 

Se dice que las mejores relaciones son las que involucran reciprocidad -donde somos conscientes de que hay alguien que da todo por salvar tu vida. Dios a través del Espíritu Santo nos da esta capacidad dada por Dios para compartir con los demás. 

Cristo dio todo por rescatarnos de la miseria del pecado, nosotros tenemos que dar sanamiento a los demás, y que reconozcamos el plan de Dios para brindar gozo a los que pasan pruebas y necesidades. 
Sin dejar de lado a los que están pasando pruebas espirituales y que se ven en una pobreza espiritual. 

Pero este concepto -esta experiencia vivida- de reciprocidad, adquiere dimensiones cuando consideramos que somos hijos de Dios, a imagen de Dios. 

Que los deseos y la capacidades de reciprocidad reflejan su propio corazón. 
Que el no sólo se deleita en darnos, sino que quiere que seamos deleitados en el conocimiento de que le estamos dando por medio de nuestra relación con él. Todavía es cierto que más bienaventurado es dar que recibir.
MARANATA.
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