jueves, 23 de agosto de 2018

DAVID SEGUN LA CARNE

El cual fue declarado Hijo de Dios con potencia, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de los muertos, de Jesucristo Señor nuestro. Romanos 1:4
En este testo Pablo nos esta señalando de que somos apartados (Rom 1:1), para predicar el Evangelio Eterno. Los primeros cristianos fueron llenos del poder del Espíritu Santo desde el I y el III siglo. 

Fue la era de los dones Espirituales y de los profetas de Dios. En la era metodista de Inglaterra del siglo XVIII, John Wesley hizo unas declaraciones de Montano y dijo: que era uno de los mejores hombres que estaba entonces sobre la tierra', 'bajo el carácter de un profeta, como un orden establecido en Inglaterra, apareció (sin tener ningún doctrina nueva) ara reavivar lo que estaba decayendo, y reformar la sociedad inglesa.(H. A. Snyder, Signs of the Spirit, p. 23). 
El Espíritu Santo callo sobre las denominaciones de ese tiempo, para reformar la pecaminosidad y la mundanalidad de los hombre que había en esa época. 

Tertuliano, el gran apologista del norte de Africa que llegó a ser un dirigente del movimiento de la Nueva Profecía, declaro que la santidad de la iglesia era simplemente la santidad de sus miembros. 

(Eciclopedia de conocimiento religioso de Schaff-Herzog), concluye que “el montanismo era simplemente una reacción de la iglesia antigua y primitiva contra la tendencia obvia de la iglesia de la época, que era la de establecer un pacto con el mundo y arrellanarse cómodamente en él” (t. 3, p. 1562). 

En la Iglesia del siglo XXI ha entrado la mundanalidad dentro de la iglesia, algunos dirigentes no tienen respeto a Dios, predican sin corbata y sin chaqueta, en los púlpitos. ¿hasta donde hemos llegado? 

La iglesia todavía se enfrenta el mismo problema debido a una falta del poder del Espíritu Santo en sus miembros. Es importante recordar, sin embargo como lo hicieron los cristianos y predicadores primitivos, que el Espíritu de santidad es también el Espíritu de gracia. 

Ninguna persona se salva por la santidad privada o por la santidad colectiva de la iglesia, sino por la perfecta santidad de Jesús, la que se acredita a cada pecador que acepta personalmente el sacrificio de Jesús.

 El Espíritu Santo atrae a cada pecador a Jesús y revela la gracia que sólo puede hacer factible la salvación. La santidad de la iglesia o del individuo es el fruto del Espíritu Santo en la vida de cada persona salvada que está esperando ansiosamente el regreso de Jesús.

 “La gracia que Dios nos es dada por el Espíritu Santo, nos llevara a una nueva conversión en Cristo Jesús”. 
MARANATA.
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