lunes, 14 de septiembre de 2015

PIDAMOS A DIOS SABIDURÍA


Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría , demándela a Dios, el cual da a todos abundantemente, y no zahiere; (no herir a la cara humillar o censurar); y le será dada. Santiago. 1:5

Basándose en su propia experiencia. Santiago ve que sus hermanos en la fe no han alcanzado todavía la meta deseada de la madurez cristiana que describe el verso 4. “Sabiduría” , “sagacidad”, “prudencia” (ver Luc.2:52; 1 Cor.1:17.) 

Esto incluye aun más que el conocimiento exacto, porque el simple conocimiento no garantiza un proceso correcto. La sabiduría debe buscarse, es como la gran perla negra. Es el privilegio de cada creyente hablar primero con su Dios en su intimidad, y luego, como vocero de Dios, hablar con otros Para tener algo que impartir, debemos recibir diariamente luz y bendiciones. 

Hombres y mujeres que tienen comunión con Dios, que tienen a Cristo morando en ellos, que estén circundados de santa influencia porque colaboran con santos ángeles, son los que se necesitan en este tiempo. 

La causa necesita a aquellos que tienen poder de trabajar con Cristo, poder de expresar el amor de Dios en palabras de ánimo y simpatía.

Cuando el creyente se inclina en suplica ante Dios, y en humildad y contrición ofrece su petición con labios no fingidos, pierde todo pensamiento egoísta. Su mente se llena de pensamientos de que debe poseer para poder construir un carácter semejante a Cristo. Debemos orar: 

“Señor, si debo ser un canal a través del cual tu amor debe fluir día tras día y hora tras hora, reclamo por la fe y la gracia y el poder que tú has prometido”. Y te aferras firmemente de la promesa: “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, . . .y le sera dada”. 

¡Cuánto se agrada el Maestro con esta dependencia! ¡Cómo se deleita en oír la suplica ferviente e incesante! . . . Con gracia maravillosa y ennoblecedora el Señor santifica al humilde rogante, dandole poder para cumplir con la más pesadas responsabilidades. 
 
Todo lo que se emprende se hace para el Señor y para su gloria, y esto eleva y santifica la petición más insignificante. Reviste de nueva dignidad cada palabra, cada acto, y une al más humilde obrero, al más pobre de los siervos de Dios con el mayor de los ángeles de la corte celestiales. . . (R H. 4-3-1909).
Maranata
Gracias por sus oraciones por mi amada esposa. Esta mejor.
Luis José de Madariaga.
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La Biblia a través del tiempo.

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