domingo, 14 de julio de 2013

DEJAR UNA VENTANA ABIERTA.

Cuando los hijos son dirigidos por Dios son la gran vendición para la humanidad.
Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando frutos en toda obra, y creciendo en el conocimiento de Dios (Colosenses. 1:10).

Hay quienes se lamentan de las restricciones que la religión de la Biblia impone a quienes siguen sus enseñanzas. 

Pero tenemos razones para agradecer a Dios con todo nuestro corazón porque ha levantado una barrera celestial entre nosotros y en el terreno del enemigo (llámese Satanás o las fiestas y mundanas, es todo aquello que no glorifica a Dios). 

Lo cierto es que hay ciertas tendencias del corazón natural que muchos piensan que deben seguirse para el mejor desarrollo del individuo.  Pero Dios ve que lo que los hombres consideran que es esencial, no sería la bendiciones que ellos imaginan, pues el desarrollo de esos rasgos de carácter los aria ineptos para estar en las mansiones celestiales.

El Señor pone a los hombres y mujeres a bajo pruebas y aflicciones para separar la escoria del oro, pero no fuerza a ninguno. ¿Porque? El ser humano no puede alcanzar los designios de Dios.  El hombre es libre, puede escoger un camino otro, pero la última decisión la tiene el hombre.

Hoy con dolor enterramos a joven, su enfermedad diagnosticada era meningitis, estaba en la flor de la vida, sus padres no se explica el porque
un joven se va de este mundo, pero si admiten que cuando Dios se lo llevo, es por su bien de el y de sus padres, aunque no lo entendamos. Queramos admitirlo o no, todos tenemos que enfrentarnos con este hecho.

El remedio para el mal se encuentra en Cristo como nuestro salvador que puede habitar en nosotros si le dejamos.  Pero para que él more en el creyente, primero debe ser expulsado el yo, (como dijo don Cervantes escritor del Don Quijote, con la iglesia hemos topada amigo Sancho) en otras palabras con el yo hemos topado.

Cuando el hombre aya vaciado el yo (envidias celos orgullo criticas etc. Es entonces cuando habrá un lugar completamente limpio donde el Espíritu Santo llenará totalmente nuestro corazón. 

El Señor purifica el corazón del mismo modo como aireamos una habitación.  No cerramos las puertas ni las ventanas, ni arrojamos en ella una sustancia para purificarla y que huela a rosas, no, sino que la abrimos para que penetre el aire fresco de la mañana.  

El Señor dice: "Mas el que practica la verdad viene a la luz" (Juan 3:21).
Las ventanas del impulso y de los sentimientos tienen que abrirse hacia el cielo, y el polvo del egoísmo, la envidia, la critica y la mundanalidad necesita ser expulsado. 

La gracia de Dios debe barrer las camas de la mente; la imaginación tiene que contemplar temas celestiales, y cada elemento de la naturaleza debe ser purificado y vitalizado por el Espíritu de Dios. (M.R.,t. 2º, p. 338)
E.G.W.


No hay comentarios:

Publicar un comentario