Dijo Jesús a sus discípulos:
Imposible en que no venga tropiezo; más ¡hay de aquel por quien
viniera!
Mejor le fuera que se atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al amar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos.Lucas 17:1-2.
Mejor le fuera que se atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al amar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos.Lucas 17:1-2.
Esta parábola fue presentada a
los discípulos en su viaje por Samaria hacia Galilea, para regresar
al Jordan. Lucas apunta los puntos de enseñanza de Jesús dirigidos
a sus discípulos.
Lo más importante de este verso es que Jesús
enseña no solamente a sus discípulos sino a nosotros también, a no
inducir a otros a pecar.
Siempre ha habido muchos debates sobre estos
dos textos, pero yo no boy ha entrar en esta cuestión.
Se dice que
los hijos de Dios somos espectáculo al mundo, pero también somos
ante los niños de nuestra iglesia, a nuestro vecindario, y por ende
a la sociedad.
El lenguaje de Jesús fue muy energético y empleó la
está frase para expresar su interés por los ¡niños!
Así se refería de este modo a los cientos de personas corriente que habitan la tierra.
Así se refería de este modo a los cientos de personas corriente que habitan la tierra.
Que de una forma cruel están siendo mal tratadas por los
intereses de las grandes empresas. Son los llamados parias de la
sociedad, los que no tienen techo, los que pasan hambre, los que no
tienen trabajo, son gente comunes de todas las épocas.
Personas que
de alguna forma las explotan, con salarios miserables, y las
desprecian. Hay millones de personas que ni siquiera tiene estudios
primarios. A estos niños y no tan niños son explotados y
maltratados por los intereses de los más ricos.
Hace muchos años le
oí decir a un pastor de la iglesia de Berna, contar una historia
verídica que sucedió en un teatro de Viena.
Se invito a una gran
soprano para dar un concierto, se invitaron a todas las
personalidades del país, fueron invitados los reyes de Europa.
La
soprano dio su concierto y fue muy aplaudida. Termino el concierto, y
esta mujer se marcho a su hotel, pero por el camino se acordó que se
había olvidado su bolso en el camerino.
Entro al teatro por la
puerta de atrás, y escucho a una mujer muy mayor, cantar la canción
“cara a cara te veré” Esta mujer que estaba limpiando el
escenario, le estaba cantando a su Dios, por ese trabajo humilde que
le había dado.
Su cara fue tan radiante cantando ese Himno que la
soprano se maravillo le dijo a la mujer: que era una gran experiencia
la que había tenido a escuchar tan grande canción, que le había
tocado su corazón.
Cada hijo de Dios somos espectadores ante el
mundo, y todo lo que hagamos o hablemos debe de ser para glorificar a
Dios.
Debemos de cuidar nuestra palabras, y nuestros actos cuando
esté delante los niños, y de no ser un tropiezo para nadie, ni de
tu iglesia, ni de la sociedad a donde vives.
Pues en el día del
juicio, o juzgado por tus hechos.
MARANATA.
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