Y
llevándole, tomaron a cierto Simón de Cireneo, que venía del campo,
y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús. 23: 26.
Unos
de los mayores privilegio que el hombre puede llevar es la cruz.
Cirineo, un campesino, que venia de labrar su campo, hombre que no
quería meterse en problemas religiosos fue el elegido por Dios.
Jesús agotado por sus recientes padecimientos, no pudo llevar la
cruz, era muy pesada, y sus fuerzas ya decaían. Había sido azotado
dos veces injustamente, y viendo sus discípulos caer al suelo, no
intentaron ayudar a Jesus por miedo a los romanos, a los sacerdotes.
Así es el ser humano, el miedo nos hace pasar por trances que no
desearíamos pasar, bien por vergüenza o bien por el que dirán los
amigos o vecinos.
Cirineo
era un hombre que no quería meterse en problemas, pero él Señor le
bendijo por esta ación personal.
Cirineo venia del campo, y curioso
por los acontecimientos se acerco para ver que pasaba, se abrió paso
entre la multitud, cuando asombrado por la crueldad de los romanos
vio a Jesús demacrado, desfigurado, y ensangrentado.
Ningún pintor
podría describir semejante escena. “Un soldador romano con voz
enérgica y con autoridad le ordeno: '¡tú, aquí!'
¡Levanta esa
cruz!' Hombre rudo y enfadado cogió esa pesada carga. Que gran
privilegio fue el de Simeón el llevar la cruz y compartir los
sufrimientos de su Salvador.
Jesus con una mirada dulce dirigió su
atención al hombre, 'queriendo decirle lo siento mucho' Cirineo
cargo la cruz hasta el calvario, por primera vez Cirineo sintió una
paz que nunca antes había sentido y esa paz le siguió toda subida.
Muchos hombres y mujeres llevan pesadas cargas de afición, por culpa
del pecado, o por culpa de su conducta. Tenia 18 años cuando me
operaron de la nariz en el Hospital de la Universidad de Venezuela.
Mi rostro estaba desfigurado, el dolor era intenso, y mis manos
vendadas. Este era el cuadro. Pero enfrente de mí había un hombre,
que no paraba de maldecir a Dios, y le pedía que le matase.
Le
habían implantado diez veces tejido en su muslo, y cada vez era
peor. Años mas tarde supe que había muerto. Durante un mes tuve que
aguantar a ese hombre.
Fue para mí, más el dolor de sus blasfemias,
que mi dolor. Si con humildad y temor le pedimos ha Dios que nos de
paciencia para soportar la carga como a Cirineo, estoy seguro que
nos la concede.
Dios puede obrar milagros en el hombre de fe, pero la
fe hay que ejercerla, Dios obra milagros aun en nuestro tiempo.
La
justicia de Cristo, la justicia por la fe, la promesa de Dios,
preciosas y sumamente grandes, dadas en su palabra esta disponibles
para cada uno que quiera allegarse a Él.
MARANATA.
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