Venid luego, dice Jehová, y
estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la
nieve serán emblanquecidas: si fuere rojo como el carmesí, vendrán
a ser como blanca lana. Isa. 1:18
Una de las grandezas de Dios es
que siempre nos invita a dialogar con Él. Dios invita a los hombres
y mujeres a que se encuentren con él, a fin de tratar libre y
eficazmente nuestros problemas.
El Señor no es un juez
desconsiderado como algunos lo tienen, no es un tirano como algunos
hombre muy radicales lo pintan. Ya que en su mente, está tan
distorsionada de la realidad, que no ven ni entienden lo que dicen.
Si supieran quien es Dios, temblarían ante su presencia, pero la
ignorancia y el desprecio por la verdad les hace decir y hacer lo que
le dicta su propia conciencia.
Todas las advertencias divinas son
dadas para el bien del hombre. Esto es lo que él anhela que crea y
comprenda.
Algunos pasajes son como senderos que nos lleva a la casa de la montaña, y contemplamos la belleza del paisaje.
Algunos pasajes son como senderos que nos lleva a la casa de la montaña, y contemplamos la belleza del paisaje.
La promesa que
Dios nos da, nos invita a reflexionar, es para que el hombre
recapacite en su forma de vivir. Dios está dispuesto a cubrir toda
las necesidades del hombre, por muy duras que estas sean.
El pero de
los pecaos puede hallar consuelo y esperanza en esta promesa. Dios
nos asegura que, no importa cuán culpables podamos haber sido en lo
pasado ni cuán consumado haya sido nuestro pecado, todavía él
puede devolvernos la pureza y la santidad.
Esta promesa no sólo
tiene que ver con los resultados dl pecado, sino con el pecado mismo.
Este puede ser erradicado por la sangre de Cristo, y eliminado de la
vida del hombres.
A través de los méritos de Cristo el hombre puede
ser transformado a la imagen del primer Adan. Pero el escepticismo
que hay en la tierra es tan grande, que la gran mayoría de los seres
humanos no creen en estas palabras de Dios.
Pero a través de los
siglos han perdurado como testimonio, para que el hombre tenga una
oportunidad de salvarse. El amor de Jesús por nosotros es semejante
al de Padre.
El sabe que nuestra vida no es perfecta. Cristo sabe que
lo mejor de nosotros no es digno de estar entre su presencia; pero
eso no cuenta para él, si tan sólo lo aceptamos y le seguimos él
nos dará ricas bendiciones.
Cuando el cristiano: el mendigo, el rico
y el plebeyo se entreguen a él abra fiesta en el reino de los
cielos.
En este pasaje Isaías expone el fruto de la obediencia, y del amor de Dios para con el hombre.
En este pasaje Isaías expone el fruto de la obediencia, y del amor de Dios para con el hombre.
Sólo tenemos que oír el
mensaje de Dios para que nosotros lo aceptemos por gracia.
MARANATA.
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de este blog. Oren mi salud y por este proyecto Sal. 62: 7
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