domingo, 1 de septiembre de 2019

DEBERÍAMOS CONTEMPLAR MÁS A JESÚS.


Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? Lucas 2:49.
Abecés buscamos con angustia a nuestro Dios, cuando tenemos problemas de un mal que nosotros no podemos resolver. 

¿Por qué nos es tan difícil buscarlo? ¿A dónde tenemos a Jesús ahora? 

¿No esta en el templo? En el lugar Santísimo. Muchos nos afanamos en buscar soluciones humanas, para solucionar nuestros problemas, bien sea materiales o físicos. 

Lo cierto que esta siempre en el templo ocupándose de los asuntos de su Padre. Pero los asuntos de su Padre es la salvación de sus hijos. 

 Todos, incluyéndome a mí, nos falta confianza para allegarnos al templo y demandar sus promesas. No temáis o no temamos confiar en Dios. 

Fiad en sus promesas: “Pedid, y recibiremos”. Dios es demasiado sabio para errar, y demasiado bueno para privar de cualquier cosa buena a sus santos que andan íntegramente. 

El hombre está sujeto a errar, y aunque sus peticiones ascienda de un corazón sincero, no siempre pide las cosas que sean buenas para sí mismo; o que haya de glorificar a Dios. 

Cuando tal cosa sucede, nuestro sabio y bondadoso Padre oye nuestras oraciones, y nos contesta, a veces inmediatamente; pero nos da las cosas que son mejores para nosotros y para su propia gloria. 

Jesús en su templo realizo grandes milagros, ciegos, cojos, mancos, leprosos, y enfermedades raras como las que hay hoy día. 

Todos fueron sanados, porque fueron al templo donde él estaba. 

Si pudiésemos todos apreciar el plan de Dios cuando nos envía sus bendiciones, veríamos claramente que él sabe lo que es mejor para cada uno de nosotros, y que nuestras oraciones obtienen respuesta. 

Nunca nuestro Padre nos da algo perjudicial, sino la bendición que necesitamos, en lugar de algo que pedimos y que no sería bueno para nosotros. 

Cierto es que si no vemos inmediatamente la respuesta a nuestras oraciones, debemos retener firmemente nuestra fe, y no permitir que nos embargue la desconfianza, porque ello nos apararía de Dios. 

Si nuestra fe vacila, no consiguiéremos nada de él. Nuestra confianza en Dios debe ser firme; y cuándo más necesitemos su bendición, ella caerá sobre nosotros como lluvia. (T.I. 1, 116). 

Jesús servía a los intereses de su Padre, llevaba la sanidad a un pueblo doliente, y enfermo. 

No ha cambiado mucho el tiempo, Cristo esta en el templo, escuchando las oraciones de sus hijos. 

Vallamos confiada mente al lugar Santísimo para demandar la gracia prometida. Dios nos dice: Pedid una vez y recibiréis. Él nos manda que pidamos. Tú y yo, lo necesitamos, hagámoslo.
MARANATA.
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Notificación: Estimados lectores de este blog. Estimados lectores de este blog. Por mi salud y por este proyecto Sal. 62:7.

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