Es en este texto donde comienza
la exhortación que debe hacer el hombre con Dios.
“Venid luego, dirá Jehová, y estemos a cuenta. Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nueve serán emblanquecidos:
“Venid luego, dirá Jehová, y estemos a cuenta. Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nueve serán emblanquecidos:
sí fueren rojos como el
carmesís, vendrán a ser como blanca lana (Isa. 1:18). Dios nos hace
una invitación. “Venid y entendámonos” Dios nos invita a los
hombres y mujeres a tener un encuentro con él, a fin de tratar
libremente y francamente nuestros problemas.
El Señor no es un juez
desconsiderado, ni un tirano arbitrario, sino un padre bondadoso y un
buen amigo.
“Hoy te llama el Salvador; quiere que te refugies en él; la tormenta de justicia cae, y la muerte esta cerca”.
“Hoy te llama el Salvador; quiere que te refugies en él; la tormenta de justicia cae, y la muerte esta cerca”.
Dios se
interesa por las cosas que afectan al hombre, y se preocupa por el
bienestar humano. “Aunque la tierra este como en tiempos de Noe”
Todas las advertencias divinas son dadas para el bien del hombre.
Esto es lo que él anhela que el hombre crea y comprenda.
Difícilmente podría concebirse una manifestación más atrayente del maravilloso
amor y gran bondad de Dios, que la que se encuentra en está
misericordiosa invitación a estar “a cuenta” con el Señor del
cielo y de la tierra.
El peor de los pecadores puede hallar consuelo
y esperanza en esta promesa. Dios nos asegura que, no importa cuán
culpable podamos haber sido en el pasado ni cuán culpable podamos
haber sido nuestro pecado, todavía él puede devolvernos la pureza
de la santidad.
Esta promesa no sólo tiene que ver con los
resultados del pecado, sino con el pecado mismo. Este puede ser
erradicado y eliminado por completo en nuestra vida.
Con la ayuda de
Dios el pecador puede lograr el dominio completo de todas sus
flaquezas. El problema está en nosotros, seres humanos, en ti y en
mí.
Debemos de depositar toda nuestra confianza en nuestro Dios y en
la sangre de nuestro Salvador.
“Si aceptamos a obedecer” Este es el fruto de la obediencia.
“Si aceptamos a obedecer” Este es el fruto de la obediencia.
Obtendremos una vida de gozo y
bienaventurada ya que es el resultado de la obediencia a las leyes de
Dios, porque Dios no puede bendecir a los que no se fuerzan al
máximo.
Dios coloca delante del hombre los caminos de justicia,
porque estos son los caminos correctos y los que traen consigo
bendiciones.
La promesa se aplica a este mundo como al venidero.
La cosecha de la obediencia se recoge no sólo en el cielo sino
también en la tierra. (Mat. 19:29).
MARANATA.
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NOTIFICACION A LOS
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Notificación: Estimados lectores
de este blog. Estimados lectores de este blog. Por mi salud y por
este proyecto Sal. 62:7.
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