Y el les respondió:
Soy hebreo y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la
tierra Jon 1:9.
Las escenas la
encontramos en una orden dada por Dios a Jonas, este se negó a
cumplir la orden porque sabía que Dios tendría misericordia de ese
pueblo. Había dos ciudades muy corruptas, que sus habitantes no
sabía cual era su mano derecha, pero el pecado era insoportable ante
los ojos de Dios.
Jonas se embarca en
un navío, los marineros habían terminado de clamar e implorar a sus
dioses para que los salvaran de la tormenta, pero el temporal se a
jitaba con más fuerza, y el barco se estaba desquebrajando y
parecía que el mar se los iba a tragar.
Como una última y
drástica medida de desagravio, decidieron ofrecer a Jonás como
sacrificio humano a los dioses. Jonas les explico el problema y
siguieron su consejo, lo echaron por la borda y, como él lo había
asegurado, el mar se calmo.
Jonás dedicó a dar
testimonio en los últimos momentos que pasó en ese barco que se
hundía. Presento a los que viajaban en el barco la principal
diferencia -¡y qué diferencia! La que existía entre los dioses de
madera, metal o barro y piedra que esos navegantes tenían en su
barco.
¡El Dios de Jonás
había hecho el mar y la tierra y por ende los cielos de los cielos!
¡Su Dios era el Creador del Universo!
Es el firme cimiento
sobre el cual se basa la doctrina de la salvación por la fe en el
poder creador de Dios. Ya hemos tocado suficiente este punto, pero
es necesario que lo
recalquemos
una y otra vez.
La doctrina de un
Dios Creador parece sencilla, casi demasiado conocida; pero la mayor
parte del mundo la niegan o la ignora. Incluso muchos adventistas no
dan la importancia debida.
El poder creador de
Dios es el sello, la marca y el símbolo de su autoridad. Puedes
negar su amor, su integridad, su rectitud, su bondad, su hermosura,
su benevolencia, su moralidad, su pureza y su justicia, pero por más
que quieras no puedes desconocer su poder creador.
Si niegas sus
atributos te parecerá que Dios no es un Ser simpático. Pero a
medida que reconozcas su poder creador, llegará a ser en tu vida el
Dios único y supremo.
Más si niegas su poder creador, inmediatamente lo reduces a un dios de madera o de piedra: Destruyes su autoridad, menoscabas su supremacía, echas por tierra su soberanía.
Más si niegas su poder creador, inmediatamente lo reduces a un dios de madera o de piedra: Destruyes su autoridad, menoscabas su supremacía, echas por tierra su soberanía.
Honremos hoy al
Señor que creo los cielos y la tierra, reconociéndolo como nuestro
Creador y Redentor. Adóralo como el Creador del universo, y a la
vez Creador de un corazón y un espíritu nuevo dentro de nosotros.
Maranata.
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venida apocalíptica
La
Biblia a través del tiempo
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