Mas no como el delito, tal fue el don. Porque si por el delito de uno murieron los muchos, mucho más abundó la gracia de Dios a los hombres, y el don por la gracia de un hombre, Jesucristo.
Romanos. 5:15.
Es imposible que podamos abrirnos un camino al Cielo. A nadie se le paga por hacer buenas obras aunque estas sean correctas. Recibirás una paga si obras mal, pero un don si le entregas la vida a Cristo. “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom. 6:23).
Veámoslo de otra forma más vívida: “La paga del pecado es muerte” “Por cuanto todos pecaron están destituidos de la gracia de Dios” Dios estampo esa verdad en la mente del hombre, y por ende en la mente de nuestros primeros padres.
Adán recibió la orden de sacrificar un cordero con sus propias manos. Nunca había visto una flor marchitar, menos ver aún la muerte de un animal.
Nunca había visto un acto de violencia. Imagínate, entonces, cuán abrumado se habrá sentido mientras alzaba el cuchillo, un cuchillo que sólo se había usado solamente para cortar la fruta de los árboles o en algunos otros quehaceres domésticos, pero jamás para poner fin a la vida de una víctima inocente.
Luego de la muerte de un un animal, Adan quedó trémulo al
pensar que su pecado
había sido la causa de esa muerte. Como hijo de Dios era el
responsable de la armonía del Edén.
“Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de piel, y los vistió” (Gén. 3:21). Este don de ropas hechas por Dios reemplazó las prendas de hojas de higuera, confeccionadas por Adán. A partir del momento en que Adán y Eva se vistieron con pieles, se dieron cuenta de dos cosas:
1º Que la paga del pecado requería la muerte de Jesús, que estaba simbolizada por la muerte de un cordero; 2º que la justicia y la vida eterna son un don, simbolizado por las pieles de los animales muertos, es decir, ropas confeccionadas y obsequiadas por Dios.
Os invito a que busquéis en la Biblia las palabras que puedan cubrir tu desnudez, y una vez que las hayas encontrado, úsalas constantemente como un símbolo del manto de justicia de Cristo.
Isaias dijo: “En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia” Isa. 61:10.
Promesa.
“ El [Jesús] nunca deja de darnos la ayuda que necesitamos.
En la tierra o en el mar, si tenemos al Salvador en nuestro corazón, no necesitamos temer. La fe viva en el Redentor serenará el mar de la vida y de la manera que él reconoce como la mejor, nos librara del peligro”. (DTG. 303).
Maranata.
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lecciones-biblicas.blogspot.com
La
Biblia a través del tiempo
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