Santificarlo en tu
palabra; tu palabra es la verdad Jn. 17:17.
No hay misterio, ni
profundo ni tenebroso, en el proceso de la santificación.
Cuando Cristo le pidió a su Padre que santificara a sus discípulos, le estaba solicitando que fueran consagrados, o separado de la sociedad secular que no conoce las cosas de Dios ni se interesa por ellas.
Cuando Cristo le pidió a su Padre que santificara a sus discípulos, le estaba solicitando que fueran consagrados, o separado de la sociedad secular que no conoce las cosas de Dios ni se interesa por ellas.
Esta consagración
consiste en una continua actividad interior, por virtud de la cual
una persona llega a tener cada vez una actitud más espiritual, de
modo que se amolda más y más al carácter del amante Jesús, tanto
en palabras, como en pensamientos y en acción.
La santificación es
vital para la diseminación del Evangelio.
En esa misma oración
Jesús pidió la perfección de sus seguidores, “para que el mundo
conozca que tú me enviaste” (vers. 23). ¿De qué otra manera
puede saber el mundo que la aceptación de Cristo produce un cambio
beneficioso en el creyente?
¿Gracias a los
edificios y las instituciones de la iglesia? Pero la esencia esta en
el carácter que reflejemos ante el mundo. La riqueza material no
prueba nada. Jesús necesitaba desesperadamente que sus grupo de
humildes e iletrados discípulos comprendiera plenamente esto.
Deseaba que superan
que la atracción del Evangelio no se funda en las cosas de la
iglesia, sino en las vida piadosa de sus miembros. La iglesia podría
poseer todas las riquezas del mundo, y las minas de oro más grandes,
y de diamantes, pero lo que le da encanto y belleza es el testimonio
de la fragante santidad que se manifiesta en las vidas de sus
miembros.
Pueden ser que los
hombres jamas descubran cuán lógicos son
nuestros argumentos
doctrinales, pero nunca podrán negar la evidencia de una vida
piadosa. Este es un aspecto que poco conocen ni entienden mucho
menos practican.
Cuando Jesús dijo:
“Tu palabra es verdad”, manifestó que el fundamento de la
santificación es la comprensión y la puesta en práctica de lo que
realmente revela la Palabra. El estudió regular y con oración de
las Escrituras produce santificación.
La Palabra para él
era luz y lámpara. Sabía que la vida santificada dependía de la
obediencia a la Palabra. “Ordena mis pasos con tu palabra , y
ninguna iniquidad se enseñoree de mi” (sal 119:133).
“Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos” (vers 45). La santificación y la Palabra son inseparables en el cristiano.
“Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos” (vers 45). La santificación y la Palabra son inseparables en el cristiano.
Maranata.
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La
Biblia a través del tiempo
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venida apocalíptica
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