Por medio de las
cuales nos ha dado preciosas y grandisimas promesas, para que por
ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo
huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la
concupiscencia. 2º Pedro. 1:4.
No existe un método
fácil, ni sistema de tablero electrónico, por más que la ciencia
avance, ni formulas científicas, ni atajos, para lograr la victoria
sobre el pecado. ¿Por qué? Porque el hombre y sus pensamientos van
hacia el mal.
La ciencia moderna nos facilita nuestra vida física
más agradable, pero cuando se trata de la vida santificada, los
principios que es necesarios aplicar son los mismos que se debían
haber aplicado hace dos mil años. No hay puesta al día, ni
modernización, ni descubrimientos únicos, ni cataclismos, por más
que sea del siglo XXI, que se pueda emplear para transformar a un
hombre espiritualmente.
El método para
alcanzar la salvación es el mismo que Dios empleo con Adan, Abraham,
Rahab, Jeremías, Maria Magdalena, Juan, Marcos, Timoteo, Pedro y
Pablo. La razón por la cual ponemos énfasis en este punto se debe
a que muchos de nosotros estamos titubeando ciegamente en nuestra
experiencia cristiana. Es decir: estamos entre el mundo y las
No se puede servir a
dos señores, oh eres cristiano con todas las consecuencias, o no lo
eres, “ser o no ser” este es la cuestión. Cuando no se
comprende las circunstancias de preparar y educar la mente para que
se aferre o nos aferremos del poder de Dios cada día y en toda
circunstancia, y más en las ocasiones en que la tentación parece
irresistible. Estaremos entre dos aguas, eso significa la muerte
eterna.
Pedro, en nuestro
versículo de hoy, nos explica de que manera llega a nuestras vidas
este poder creador. Cuando nos aferramos de las promesas de Dios, y
mediante el ejercicio de la voluntad creemos en ella, llegamos a ser
“participantes de la naturaleza divina” Pablo declara: “Así
que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda
inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santificación
en temor de Dios. (2º Cor.7:1).
Mientra el pecado
exista en el pueblo, con parejas de hecho, y nuestra juventud se
deleite en las fiestas mundanas, y bajando las normas de la iglesia,
no abra una verdadera conciencia de la transformación que quiere
hacer Jesús en nuestro corazón.
Enfrentemos la
tentación con una promesa de Dios, tal como la hizo Jesús. En
hacerlo requiere perseverancia y energía. Aprendamos esta promesa y
repitamosla cada mañana, al mediodía y por la noche. (Foto. Navegar entre dos aguan, es de locura).
La victoria es nuestra. Su palabra es vida eterna. Las promesas son seguras. Su palabra es vida
La victoria es nuestra. Su palabra es vida eterna. Las promesas son seguras. Su palabra es vida
es vida eterna. Las promesas son seguras.
No se puede servir a
dos señores, oh eres cristiano con todas las consecuencias, o no lo
eres, “ser o no ser” este es la cuestión. Cuando no se
comprende las circunstancias de preparar y educar la mente para que
se aferre o nos aferremos del poder de Dios cada día y en toda
circunstancia, y más en las ocasiones en que la tentación parece
irresistible.
Estaremos entre dos aguas, eso significa la muerte
eterna.
Pedro, en nuestro
versículo de hoy, nos explica de que manera llega a nuestras vidas
este poder creador.
Cuando nos aferramos de las promesas de Dios, y mediante el ejercicio de la voluntad creemos en ella, llegamos a ser “participantes de la naturaleza divina” Pablo declara: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santificación en temor de Dios. (2º Cor.7:1).
Cuando nos aferramos de las promesas de Dios, y mediante el ejercicio de la voluntad creemos en ella, llegamos a ser “participantes de la naturaleza divina” Pablo declara: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santificación en temor de Dios. (2º Cor.7:1).
Mientra el pecado
exista en el pueblo, con parejas de hecho, y nuestra juventud se
deleite en las fiestas mundanas, y bajando las normas de la iglesia,
no abra una verdadera conciencia de la transformación que quiere
hacer Jesús en nuestro corazón.
Enfrentemos la
tentación con una promesa de Dios, tal como la hizo Jesús. En
hacerlo requiere perseverancia y energía. Aprendamos esta promesa y
repitamosla cada mañana, al mediodía y por la noche. La victoria
es nuestra. Su palabra
eterna.
De vemos comprender
bien su significado, y no repetirlo como si fuera una letanía, o un
ritual como hacen algunas religiones.
Las promesas son
reales, firmes, y seguras. Dios no miente. Aferremosnos a sus
promesas, como la vid al pan pano.
El Señor es fiel a
ellas. No podemos conservar nuestra vida espiritual sin creer en sus
promesas. “Deberíamos aprender ahora a conocer a Dios, poniendo,
poniendo a prueba sus promesas”. (C.S. p. 680).
Luis
José de Madariaga.
La
Biblia a través del tiempo.
http://
segunda venida apocalíptica
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