domingo, 21 de septiembre de 2014

LA PRESENCIA DE DIOS.


Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto ami, y tú estarás sobre la peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano, y verás mi espalda; mas no se vera mi rostro. Exo. 33:21,23.

En respuesta al inusitado pedido de Moisés, que deseaba ver la gloria divina, el Señor se dispone con ternura y misericordia a revelar tanto de si mismo como Moisés pueda tolerar sin ser destruido.

Moisés hizo este pedido porque necesitaba tener la seguridad de haber hallado gracia delante de Dios y de que la presencia divina acompañaría a su pueblo durante su peregrinaje por el desierto.

El sabía que la gran diferencia que existía entre Israel y las otras naciones que habitaban la tierra radicaba, precisamente, en la presencia de Dios entre su pueblo.

Nicolás Herman, mas conocido como Hno. Lorenzo, se refiere a este tema en su libro titulado Adquiera el Habito de la presencia de Dios. En cierta ocasión Lorenzo le dijo a Dios lo siguiente:
Señor, no puedo hacer esto a menos que tú me capacites”.

 Y después de haber fracasado en esa tarea, confesó a Dios su falta con las siguientes palabras: “Jamás volveré a hacerlo si me dejas solo.

Eres tu quien bede impedir mi caída y enmendar mis errores”. Moisés y el Hno Lorenzo actuaron en forma similar. Podríamos resumir la actitud de Moisés diciendo que prefería perecer en el desierto antes que proseguir a Canaán sin la presencia divina.
 
Pero Abraham agrego el termino, “Te ha conocido por tu nombre”. Pero el dirigente de Israel volvió a suplicar que se le diera una señal mayo acerca de la presencia divina. Rogó a Dios que le permitiera ver su gloria.

Entonces, la misma mano qué creó el mundo y que sostiene a los planetas, las Galaxias y las estrellas, tomó tiernamente a este mortal y lo colocó en la hendidura de una roca.

Allí, a cubierto del tremendo poder generador y por la deslumbrante luz y el fuego devorador de la gloria divina, Moisés pudo contemplar la espalda de Dios, pero no so rostro. (Foto. Dios escondio entre las rocas a Moisés).

La roca que protegió a Moisés, ¿no es acaso un símbolo de Cristo? ¿No es verdad que cuando nos ocultamos en Cristo Jesús, la Roca, estamos a salvo de la ira divina contra el pecado? Nuestra única seguridad es la Roca, que apaga todo dardo de nuestro enemigo.
Maranata.
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La Biblia a través del tiempo
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