Y dijo aún Jehová:
He aquí un lugar junto ami, y tú estarás sobre la peña; y cuando
pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te
cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi
mano, y verás mi espalda; mas no se vera mi rostro. Exo. 33:21,23.
En respuesta al
inusitado pedido de Moisés, que deseaba ver la gloria divina, el
Señor se dispone con ternura y misericordia a revelar tanto de si
mismo como Moisés pueda tolerar sin ser destruido.
Moisés hizo este
pedido porque necesitaba tener la seguridad de haber hallado gracia
delante de Dios y de que la presencia divina acompañaría a su
pueblo durante su peregrinaje por el desierto.
El sabía que la
gran diferencia que existía entre Israel y las otras naciones que
habitaban la tierra radicaba, precisamente, en la presencia de Dios
entre su pueblo.
Nicolás Herman, mas
conocido como Hno. Lorenzo, se refiere a este tema en su libro
titulado Adquiera
el Habito de la presencia de Dios. En
cierta ocasión Lorenzo le dijo a Dios lo siguiente:
“Señor, no puedo
hacer esto a menos que tú me capacites”.
Y después de haber fracasado en esa tarea, confesó a Dios su falta con las siguientes palabras: “Jamás volveré a hacerlo si me dejas solo.
Y después de haber fracasado en esa tarea, confesó a Dios su falta con las siguientes palabras: “Jamás volveré a hacerlo si me dejas solo.
Eres tu quien bede
impedir mi caída y enmendar mis errores”. Moisés y el Hno
Lorenzo actuaron en forma similar. Podríamos resumir la actitud de
Moisés diciendo que prefería perecer en el desierto antes que
proseguir a Canaán sin la presencia divina.
Pero Abraham agrego
el termino, “Te ha conocido por tu nombre”. Pero el dirigente de
Israel volvió a suplicar que se le diera una señal mayo acerca de
la presencia divina. Rogó a Dios que le permitiera ver su gloria.
Entonces, la misma
mano qué creó el mundo y que sostiene a los planetas, las Galaxias
y las estrellas, tomó tiernamente a este mortal y lo colocó en la
hendidura de una roca.
Allí, a cubierto
del tremendo poder generador y por la deslumbrante luz y el fuego
devorador de la gloria divina, Moisés pudo contemplar la espalda de
Dios, pero no so rostro. (Foto. Dios escondio entre las rocas a Moisés).
La roca que protegió
a Moisés, ¿no es acaso un símbolo de Cristo? ¿No es verdad que
cuando nos ocultamos en Cristo Jesús, la Roca, estamos a salvo de la
ira divina contra el pecado? Nuestra única seguridad es la Roca,
que apaga todo dardo de nuestro enemigo.
Maranata.
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La Biblia a través
del tiempo
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venida apocalíptica
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