miércoles, 2 de julio de 2014

LA VERDADERA PLENITUD.


Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. Col. 2: 9, 10.

Una vez leí lo siguiente: “Si a usted lo procesaran por ser cristiano, “¿hallarían suficientes pruebas para condenarlo?”
¡Qué pregunta tan penetrante! Pregunta con doble sentido. Si el cristiano, aquel que guarda los mandamientos de Dios y tiene la fe de Jesús le hiciese esta pregunta ¿qué diría?
Si pudiéramos afirmar que hemos pasado por la experiencia mencionada en el texto mencionado hoy, ésta sería una prueba más que suficiente para demostrar que somos cristianos.
Cuando pecó el hombre perdió su equilibrio mental, físico y espiritual. Hoy nuestra personalidad es incompleta y únicamente en Cristo podemos llegar a ser plenamente nosotros mismos. Y no puede ser de otra manera pues en él “habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad. ¿Qué significa esto? Qué todo lo que es Dios también lo es Cristo. 
En él hallamos todo: poder creador, amor, autoridad, energía. En él no nos falta nada. 
 Por lo tanto, al unirnos con Cristo nos integramos al circulo de la Divinidad y a su plenitud. Parece increíble, pero es cierto como que existe el cielo. Es una de las declaraciones más sorprendente que se ha dirigido a los seres humanos.
¡Pensemos lo que significaría ser completos, perfectos en Aquel que tiene en sí toda la plenitud de la Deidad! “La gloria de los atributos de Dios se manifiesta en su carácter . El Evangelio es Cristo puesto de manifiesto y Cristo es el Evangelio encarnado. 
Cada página de las Escrituras del N. T. resplandecen con esta luz. Cada texto es un diamante herido e iluminado por los rayos divinos” (SDA. B.C. t. 7, pág. 907). 
¡Oh, cuán pobre, cuán mezquina es la visión que tenemos del privilegio que significa ser cristiano! Somos seres finitos y desamparados, afanosos de encontrar la paz y la plenitud, hambrientos de compresión, deseosos de que se nos tenga en cuenta, que lucimos sonrisas forzadas y procuramos brillar y ser el centro de la atención de los de más, aun sabiendo que todo eso es pura apariencia y teniendo vació y un temeroso corazón.

¡ Detente allí donde te encuentres y medita en el privilegio que posees! No tendrás otra oportunidad en tu vida. Tenemos el privilegio de ser completos en él. 
 No esperes hasta que los años te impidan discernid el supremo gozo de tener su plenitud y su gran amor. Deja que tu percepción se identifique en este día entregándote al que es toda la plenitud de la Deidad.
Promesa.
Estamos en la más angustiosa posición, esperando por la aparición de nuestro Señor. . .Siempre el propósito de Dios es sacar luz de las tinieblas, gozo de la tristeza y descanso de la fatiga para el alma que espera ansiosamente” (5T 216).
Maranata.
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la Biblia a través del tiempo.


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