Durante el verano de
1964 el mayor Carlos L. Kelly estaba desempeñando como asesor en el
Vietnam. Era el comandante del servicio de helicópteros de las
ambulancias aéreas.
Volaban por encima de los arrozales y por las
mortífera selva, donde estaban los soldados heridos y moribundos,
podía escuchar sus voces. Con una voz arrastrada solían decir:
“¡esta es la ambulancia!” “¡esta es la ambulancia!”
Un
sargento estaba herido. Al acercarse al lugar, se escucho una voz que
decía: “Es la ambulancia, voy a descender redujo la velocidad
para aterrizar, el enemigo abrió fuego y los hombres que estaban en
tierra le gritaron por medio de la radio que se alejara. Ya que
estaban rodeados por el enemigo.
Contesto con voz calmada: “cuando
haya recogido al herido”. Acto seguido una bala de un comunista
penetró en el cuerpo del mayor Kelly. El helicóptero se estrello
juntamente con el oficial herido. Sus últimas palabras jamás se
olvidarán: “Cuando haya recogido al herido”.
En los comienzos del
siglo Iº otro acto salvador se realizo cerca de Jerusalén. Se
estaba librando la gran guerra del siglo, la la que se decidía el
destino de la raza humana.
El comandante en jefe de todos los habitantes leales del universo entero descendió en persona para rescatar a los heridos y moribundos diseminados sobre toda la tierra.
El comandante en jefe de todos los habitantes leales del universo entero descendió en persona para rescatar a los heridos y moribundos diseminados sobre toda la tierra.
No vino en helicóptero; vino como un bebe que nació en un pesebre.
Vestido de humanidad, dejando la divinidad, y por medio de la oración
y la comunión con su Padre obtuvo el poder de soportar y vencer
hasta la muerte y muerte de cruz. Los ángeles le rogaron al Padre
que lo trajera de vuelta. Ángeles contemplaron con estupor como
Herodes estaba listo para dar muerte a todos los niños de Belén.
Voz fue oída en
Ramá, Grande lamento, lloro y gemido. Raquel que llora sus hijos, y
no quiso ser consolada, porque perecieron. (Mt. 2:18). Durante su
vida y su misión en la tierra, vez tras vez sus enemigos estuvieron
a punto de darle muerte.
Los ángeles le rogaban que abandonara su misión, pero su única respuesta era: “Cuando haya recogido a los heridos”.
Los ángeles le rogaban que abandonara su misión, pero su única respuesta era: “Cuando haya recogido a los heridos”.
Por fin lo llevaron al Calvario y lo crucificaron, y ni
aun allí estuvo dispuesto a abandonar la tierra. Los ángeles
velaron su rostro mientras se preguntaban por qué su amado
Comandante no había querido alejarse de la batalla.
Su única respuesta fue: Cuando haya recogido a los heridos”. ¡”Gracias Señor por recogerme, herido yo de muerte tú me salvasteis!” Amen.
Su única respuesta fue: Cuando haya recogido a los heridos”. ¡”Gracias Señor por recogerme, herido yo de muerte tú me salvasteis!” Amen.
Maranata
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La
Biblia a través del tiempo
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venida apocalíptica
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