martes, 28 de abril de 2020

LA PROSPERIDAD MALDITA.

Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac, Jacob. . . . y luego que comas y te sacies, cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. Deut. 6: 10-12.
Este texto es una advertencia para cada cristiano que teme a Dios. Vivimos en un mundo de desobediencia total a los requerimientos de Dios. 

Esta advertencia de parte de Dios a Israel, se vuelve de repente en contra el pueblo de Dios. Israel estaba apunto de entrar en la tierra prometida, donde tendría abundancia de todo lo bueno. 

El Israel espiritual esta apunto de entrar en la Canaan Celestial, donde todo lo que hay es bueno en gran manera. 

El contra punto lo tenemos en la tierra, nos afanamos por los bienes materiales, y no importa cómo lo abstengamos. 

Esto es una realidad presente, explotamos a los hermanos de la fe, no dando lo que es justo. 

Y este animo de lucrase a coste de los demás “nos olvidamos de Dios”, que es el proveedor de nuestro sustento. 

Cuando colocamos nuestra vida en completa obediencia a la ley de Dios, considerando a Dios como nuestro Guía supremo, y nos aferramos a Cristo como nuestra esperanza de justicia, Dios obrara en nuestro favor. 

Israel de antaño no entendió bien este apartado. La servidumbre de Egipto se volvería a repetir, como así fue. Se cuenta una fábula de una araña que hace muchísimos años oí. 

Esta araña entro en una casa muy elegante y muy limpia, y se dijo: “aquí edificare mi casa y tendré gran abundancia de comida. La araña empezó a tejer y termino su hermosa casa. 

Cierto día, revisando su obra maestra, observo un hilo que su vista no alcanzaba. ¿Para que sirve este hilo? Dijo, y lo cortó. . . y toda la red de su hermosa casa quedó destruida. Esta es una hermosa ilustración de nuestra vida. 

Los hombres y mujeres suspiran por tener todo lo mejor de la vida, trabajan luchan hasta el cansancio, y cuando se da cuenta, su vida se derrumba. 

En vez de agradecer a Dios por las bendiciones recibidas y humillante ante tu Dios, te atribuyes a ti mismos por tus logros y por tu bienestar. 

El hombre se olvida de Dios, y de su bendición. Sólo cuando golpea la desgracia, recordamos la fuente de nuestra bendición y clamamos a Dios. 

Cono cid a muchos alpinistas experimentados, y uno en particular, tuvo una caída, la primera clavija no estaba bien asegurada, ni la segunda. 

El alpinista clamo a Dios que le ayudase en su caída, siguió bajando hasta que una clavija bien sujeta paro el golpe. 

El joven quedo a un metro del suelo. 

Todos dimos gracias a Dios, pero el alpinista dijo: “ Señor ahora ya no te necesito”. 

Olvidar a Dios tanto en la prosperidad, como en el momento de peligro, es una falta de respeto a Dios. 
¿No seria bueno revisar nuestra actitud con respeto a Dios?
MARANATA.
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