domingo, 29 de marzo de 2020

NIÉGUESE ASÍ MISMO.

Y llamando a la gente con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Marcos 8:34.
Vivimos en un mundo muy agitado, tenemos a nuestra disposición gran cantidad de información. 

Cuando arrancamos el carro, o el coche y encendemos la radio, nos inundan con una gran cantidad de información y si entramos en youtube pasara lo mismo. 

Vemos que nuestro mundo en apariencia está iluminado por la gran información que recibimos. 

Pero la realidad hay una deshumanización y la gente van de oscuridad en oscuridad, teniendo sus corazones envejecidos por el oxido de lo profundo de su mente y, no distingue el día de su visitación. 

El mundo se divide en dos grandes categorías: los que viven en un estado de paz, que no les importa como va el mundo, que sólo les interesa su propio ego y su bienestar; y los que se preocupan y viven en un estado de ansiedad y no disfruta de una paz estable. 

En tiempo de Cristo esta misma situación existía, cientos de gente se acercaban a Jesús para hallar la paz a sus almas, otros para ser beneficiados por las ricas bendiciones que recibían de Jesús. 

Lo que más deseaba Cristo es que sus hijos no estuvieran en estos casos. El desea que tengamos paz, sí; y que no estemos angustiados por los acontecimientos del día. 

Cuando Cristo estuvo en la tierra dio un mensaje a sus discípulos: “Mi paz os doy”. La paz que Cristo nos dad, es muy diferente a la que el mundo nos da. 

Cristo nos insta a buscar esa paz que el hombre no posee, ni puede dar con toda sus gran tecnología y su aparente bienestar social. 

A los que lo proclaman como su Salvador, Cristo les extiende una cruz. Cristo nos quiere transmitir: “Os doy mi paz y mi cruz”. 

El mensaje es claro y sencillo, la paz y la cruz que Cristo nos da, es la seguridad de su protección hasta que regrese en su segunda venida. 

Si Cristo tuvo la paz de su Padre en esta tierra, eso no incluyo el sufrimiento por la humanidad; ya que cuando resucito y obtuvo la aprobación de su Padre la paz reino en su corazón. 

Y esa misma paz, será dada a sus hijo cuando venga en su gran gloria para dar su recompensa a sus escogidos. 

Muchos buscan la paz y no la encuentran, la buscan a trabes de medios ilícitos, que ofrecen la humanidad. 

En medio del rugido de las cosas de este mundo, tengo un lugar en mi recamara para que el Espíritu de Dios me llena de paz, de esa paz que el mundo no puede ofrecer. 

Pablo nos dice: “Aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior empero se renueva de día en día” 2º Cor. 4:16). Cristo nos invita a tomar nuestra cruz, este es el primer paso hacia la verdadera paz.
MARANATA.
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