martes, 24 de marzo de 2020

EL GRAN VIAJE.

Ven, por tanto, ahora, y te enviaré al Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, de los hijos de Israel. Exodo 3:10
Una de las grandes cosas que Dios hace en nosotros, es quitarnos nuestro carácter, que esta lleno de arrogancia y orgullo. Si el hombre copera con Dios en este proyecto, reflejaremos el carácter de Jesús. 

Esto fue lo que paso con Moisés, durante esos 40 años en el desierto. Criado en el palacio más hermoso de la tierra, a vivir como un simple pastor de ovejas. 

La naturaleza árida, los montes elevados y la tranquilidad del desierto de Madián, fuero los elementos que Dios uso para cambiar su vida. 

Moisés salió de Egipto a los 40 años, y ahora tenía 80 años cuando fue llamado por Dios. Cierto es que Moisés recordaba los momentos de su juventud en el palacio del Faraón: pero ahora no había semejanza ni futuro para su vida. 

Es hay donde el hombre falla, Dios tiene un futuro para los que quieren trabajar para su obra. Sólo hay una orden de parte de nuestro Dios: ve y “preséntate” al faraón de Egipto. 

“No tengas miedo” “Yo” voy delante de ti, (Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebraré puertas de bronce, y cerrojos hierro haré pedazos; y te daré los tesoros escondidos y las riquezas de los lugares secretos; para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, el que te llama por tu nombre (Isa. 45:2-3). 

Si Dios le dice a Ciro que estará con el, ¡Cuánto más a Moises! ¿Quien soy yo? Un gran cambio se había efectuado en Moisés. Hacía 40 años hace que se ofreció como libertador de su pueblo. En ese tiempo Moisés no estaba preparado para liberar a su pueblo. 

Dios tenía que hacer una obra en el, tenia que formar un nuevo carácter, en el fuego del desierto. Usted y yo, tenemos que ser forjados en el desierto de las naciones. 

Al igual que Moisés fue forjado.Nuestro carácter, y nuestro orgullo debe pasar por el fuego de la aflicción. Moisés acepto el llamamiento con humildad, dejo las ovejas y partió para Egipto. 

El pueblo de Dios, debe dejar el desierto de las naciones, y encaminarse a la tierra de Canaan. Muchos quedaremos en el camino, otros cogerán la antorcha de la Palabra de Dios y seguirán adelante.

Dios tiene a hombres y mujeres dispuestos para atravesar el desierto. Los caminos de Dios son inescrutables. 

Nadie puede planear una vida como la que Dios quiere para nosotros. Dios no olvida a su pueblo. 

Todos sabemos que los periodos de nuestra vida, son penosos y aveces amargos y duros. Si Dios le prometio a Ciro rey de Persia que lo conduciría, ¡Cuanto más a nosotros! 
Jesús llama a la puerta de nuestros corazones, para ir a Egipto a liberar al pueblo de Dios.
MARANATA.
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