EL AMOR FRATERNAL

Amaos los unos a los otros con amor fraternal, en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. Romanos. 12:10.

Este texto de la palabra de Dios, se lo ha sacado de contesto por muchos hombres, para sus fines perversos. 

Pablo se refiere a la hermandad de la familia cristiana. Los creyentes deben relacionarse con afecto mutuo como hijo e hijas que son del mismo Padre. (cf. Mar. 3:35). 

Aquí no existe la critica, ni las envidias entre los hermanos por ocupar un puesto relevante en la iglesia. 

Hay hombres dentro de la historia del cristianismo, que sus predicaciones son de un alto valor cristiano; pero sus hechos en la vida común no lo demuestra. 

En tiempos de Pablo los había, y en nuestro siglo y dentro de la iglesia los hay. 

La humildad no se asemeja a la actitud de un hombre que no tiene lugar en el mundo. 

La humildad es la verdadera estimación del yo. En la aceptación del lugar que a uno le corresponde y que le fue enseñado por Dios. 

Es una sencilla sumisión a la disposición divina, a sufrir o a actuar sin pensar en los derechos o preeminencias personales. 

El resultado es que uno no busca su propia honra ni posición, sino que está dispuesto a dar la honra a otros. 

Es el vació del yo que Dios llena. Y es en este contesto, que los hermanos cristianos que están movidos por un amor genuino estarán más dispuestos respetar a otros que a recibir respeto. 

Ninguno tendrá la ambición de recibir honores, sino que cada uno estará dispuesto a honrar a sus hermanos. Esto es lo que Pablo quiere decir, “otra cosa es la realidad dentro de la iglesia”. 

Dentro del cristianismo protestante, hay un hombre que resalta por escribir himnos de alabanza. Charles Wesley, 1707-1788. Se destaco por ayudar a los más desfavorecidos, fue criticado por su forma de vestir. 

Escribió más de 6.500 Himnos, era un hombre humilde fue un ejemplo para sus contemporáneos.Podríamos poner ejemplos de hombres que dedicaron su tiempo a Dios. 

Otros hombres temerosos de Dios fue Jons N. Andrtews que entendió y predico las profecías del Santuario. La lista sería muy larga. 

Hoy hay también hombres y mujeres que no son conocidos, pero que ante los ojos de Dios son hombres y mujeres humildes.

Nuestra oración debe de ser para alabar a nuestro Dios, nuestra predicación para honrar a Dios, y nuestro ejemplo debe estar de acorde con nuestros hecho; así el nombre de Dios será glorificado. 

Así debe de ser una iglesia que da testimonio del que ha de venir presto.

MARANATA.

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