martes, 31 de marzo de 2020

CALIDAD Y NO CANTIDAD.

Y respondiendo el rey, les dirá: De cierto os digo: En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Mat. 25:40
Este es probablemente uno de los versos de la Biblia mas conocido. 
Lo es porque predica en una sentencia, la sentencia del Evangelio de Jesucristo en ación. 
¿Que más puede decirse que esto? Aquí está la clave de la vida semejante a la de Cristo: “En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeños”. 

Es tan sencillo, y no obstante lo descuidamos muy a menudo. La palabra clave es: “A mí” Qué consolador es pensar que 

Cristo se identifica con sus escogidos a tal punto que cualquier cosa que los afecta a ellos le afecta a él personalmente. 

No podemos sentir ningún dolor o chasco, no podemos experimentar ninguna necesidad, sin que Cristo simpatice con nosotros. 

Al tener en cuenta las necesidades de otros, reflejamos este mismo aspecto del carácter divino. 

Cuando reflejamos perfectamente el carácter de Jesús, sentiremos por los que tienen necesidad lo mismo que siente él, y usándonos a nosotros él podrá confortar y socorrer a otros. 

La mayor evidencia del amor de Dios es aquel amor que nos lleva a sobrellevar “los unos las cargas de los otros” y así cumplir “la ley de Cristo” (Gal. 6:2; cf. 1º Juan 3:14-19; Mat. 5:43-48). 

Esto nos lleva a una reflexión, a la parábola del buen samaritano (Luc. 10: 25-37). La mejor evidencia de que alguien ha llegado a ser hijo de Dios es que hace las obras de Dios. (cf. Jun 8:44). 

En la ciudad de Birmingham, Alabama hay una estatua de un ministro presbiteriano, con el rostro hacia el cielo, de rodillas en posición de oración. 

Este cristiano oraba con la gente donde quiera que se la encontraba: en el hogar donde había problemas, en el hospital, visitaba las cárceles donde animo a los hombres. 

Cierto es que no era un gran predicador, pero poseía un gran corazón. Veía en cada ser humano el dolor, el sufrimiento y la desesperación por la falta de amor y compresión. 

El vivir por Cristo no significa necesariamente que nuestro días estarán llenos de resplandecientes actos de heroísmo, de “grandes cosas”

 Lo que cuenta es la pequeñas tareas ejecutadas con amor hacia los demás. Cuando vamos por la calle y vemos una necesidad de una persona que necesita de tu ayuda dásela. “Haz el bien y no mires quien es”. 

Cristo puede enviar un ángel, para ver si le amas oh para probar tu corazón. Es alguien que Dios te envía para fortalecer su corazón. Una palabra de amor y esperanza puede salvar una vida.
MARANATA.
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