viernes, 5 de mayo de 2017

LA BENDITA ESPERANZA.


Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. Tito. 2:13. Jesús dijo que iría y prepararía mansiones para nosotros, (su pueblo los que guardan la ley de Dios) para que donde él estuviera nosotros también estemos. Aquellos fieles que a lo largo de la historia de este mundo fueron fieles a Dios. 

Habitarían siempre con él y gozarían de la luz de su precioso semblante. Esto nos incluyen a la última generación. Mi corazón salta de gozo ante tan alentadora perspectiva. Queridos amigos y hermanos en Cristo. 
Estamos casi en el hogar. ¡casi! ¡El cielo, el bellos cielo que vemos, y el vasto universo visible! Es nuestro hogar eterno. Se podrá viajar a lugares que no conocemos, ver cosas que ojo no vio, ni oreja oyó. 
Son las que Dios ha preparado para aquellos que le aman. (1 Cor. 1:9). Debemos alégranos por cada momento que pasa, por qué Jesús vive. Y porque él vive nosotros también vivimos en él. Mia alma dice: Alabad al Señor. 

En Jesús esta la plenitud, la provisión para cada uno, para todos en la fe de Jesús. ¿y por qué habíamos de morir por falta de pan o hambre en tierra extraña? Sentimos hambre, sientes sed por la salvación, ten una completa armonía con la voluntad de Dios. Debemos tener una buena esperanza mediante Jesús. 

Nos asegura una entrada hasta dentro del velo. Nos consuela en la aflicción nos da gozo en medio de la angustia y la adversidad, dispersa la lobreguez que nos rodea y nos impulsa a mirar a través de la misma hacia la inmortalidad de la vida eterna. . . 

Los tesoros terrenales no nos resultan atractivos, porque tenemos esta esperanza que se eleva por sobre los tesoros de la tierra que perecen y se aferra de la herencia inmortal, los tesoros que son durables, incorruptibles, incontaminados y que no se desvanecen. . . 
Nuestro cuerpo mortales pueden morir y ser puestos en la tumba. No obstante la bendita esperanza vive hasta la resurrección, cuando la voz de Jesús llama al polvo durmiente. 

Entonces gozaremos de la plenitud de la bendita y gloriosa esperanza. Sabemos en quien hemos creído. No hemos corrido ni trabajado en vano. 

Una recompensa rica y gloriosa está ante nosotros; es el premio por el cual corremos,y si perseveramos con ánimo aseguradamente lo hemos de obtener. (Carta. 9-1856).
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Maranata.
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