lunes, 4 de julio de 2016

PRISIONEROS DE ESPERANZA


Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza; hay también os anuncio que os restauraré el doble.Zac. 9:12
En las afueras de Nassau, en la Bahamas, están las ruinas de una gran fortaleza. 
Defiende el acceso a la ciudad. Ningún barco podría aproximarse bajo el fuego de sus cañones. 

Cuando había amenaza de invasión, la gente se refugiaba en la fortaleza. Loa que se refugiaban en la fortaleza era libres, pero cuando entraban buscando protección se convertían en “prisioneros”, pero prisioneros de esperanza. 

Abandonar la fortaleza durante el asedio ponía en peligro su libertad y su vida. Los refugiados estaban seguros en la fortaleza. Así sucede en esta vida. Desde que el pecado entró en el mundo, ha habido una lucha constante entre dos fuerzas: el bien y el mal. Satanás ha aprisionado a verdaderas multitudes. 

¡Si tan sólo el hombre reconociera que no puede competir con Satanás! Si tan sólo comprendiera que si Satanás pudo persuadir a un tercio de los ángeles para que lo siguiera, el hombre en su pecado es una presa fácil para él. 

Dios hacia esta exhortación divina a su pueblo, a todos los prisioneros que estaban fuera del país. Hoy también hace el llamado a todos que están prisioneros o que estamos de alguna manera prisioneros ,por el pecado. 

La fortaleza de Sión, defendida por Dios es el símbolo de la fe, la Palabra y la gracia. Esto me hace recordar la experiencia que hace tiempo relate en este blog. Un hombre asistía a unas conferencias en Zaragoza. 

Aceptó sin reserva las doctrinas. Tuvo fe. Sin embargo, no respondió cuando se le hizo el llamado. Mario con el cigarro en la boca. Se había unido con nosotros muchas veces en oración. Parecía cristiano desde muchos puntos de vista. 

Presento como escusa que tenia que dejar el tabaco antes. Hasta que dejo de ir a la iglesia, su enfermedad se lo impedía. Hasta que llego su hora y nunca más tuvo otra oportunidad, su hora había pasado. Este hombre se convirtió en un prisionero sin esperanza. ¿Cuantos hay prisioneros sin esperanza? 

Que estamos en la iglesia, pero somos prisioneros de nuestra propia circunstancias. Somos un pueblo repatriados somos prisioneros de las circunstancias; pero Dios nos asegura que hay esperanza de ser libres si escuchamos su voz. 

Cierto es que no todos somos como este hombre. Por todo el mundo hay multitudes que hacen decisiones correctas. 
También estos son prisioneros de esperanza. Saben en quien ha creído. Han ido al Señor y han encontrado refugio en sus promesas.
Maranata
Luis José de Madariaga.
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