martes, 12 de julio de 2016

DÍA POR DÍA


Conoce Jehová los días de los perfectos, y la heredad de ellos será para siempre. Sal. 37:18.
El don del tiempo es precioso. Cada día nos es dado en depósito, y seremos demandados para dar cuenta de él ante Dios (Manuscrito 15,1898). El tiempo es oro cita un refrán popular.
El hombre debe ser diligente en los asuntos de la vida. 

Sabiendo que la vida es corta, y debemos de aprovechar el tiempo al máximo. Cierta ocasión alguien dijo: El tiempo no es oro, pero vale más que el oro. Lo que no hagas hoy, no lo aras mañana.
Hagamos lo que hagamos con el el tiempo y en que manera lo empleo, debemos tener en cuenta que ese momento es único y no volverá, es recomendable el saber en que lo “gastas” porque hay cosas que no se puede recuperar en esta vida. 

Día por día todos somos probados, corregidos y educados para ser útiles en esta vida. Debemos pensar es esto: sólo un día por vez. Un día es mío. Pero de ese tiempo daré cuenta a Dios. ¿Usaré mi talento del habla para ser una bendición a los demás? 

Me ejercitaré en la paciencia, bondad, en la clemencia, virtudes cristianas que puedan desarrollar en mi hoy con la ayuda del Espíritu Santo. Si somos correctos con Dios hoy día, estaremos preparados en caso de que Cristo venga hoy. . . Deseamos que tengáis o tengamos un profundo y ferviente anhelo de la justicia de Jesucristo. . . 

Ellos os dará una herencia entre los santificados. . . Eso es mucho más importante que todas las ganancias mundanales; eso es mucho mejor que todas vuestras haciendas; eso es mucho mejor que todo el honor que los seres finitos puedan conferiros. . . 

¿Nos estamos preparando diariamente para que podáis o podamos unirnos con la familia del cielo? ¿Somos pendencieros aquí? ¿Estamos criticando a los nuestros aquí? ¿Somos envidiosos y deseamos las cosas de los demás? Si así ha sido, encontraremos faltas en nuestros hermanos en el cielo. 

Nuestro carácter esta siendo probados y examinado en esta vida. (M. 36. 1891).  El Señor requiere de nosotros que cumplamos los deberes de hoy y soportemos sus pruebas. 

Hemos de velar hoy para no ofender ni en palabra ni en hechos. Debemos hablar y honrar a Dios hoy. Por el ejercicio de una fe viva hoy, hemos de vencer al enemigo. . . 
Debemos velar, obrar y orar como si éste fuera el último día que nos concede. ¡Qué intenso fervor habría entonces en nuestra vida! ¡Cuán estrechamente seguiríamos a Jesús en toda nuestras palabras y acciones! (JT. Tomo. 2. P. 60).
Maranata
Luis José de Madariaga.
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La Biblia a través del tiempo.
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