viernes, 22 de julio de 2016

HABÍENDO ESTADO CON JESÚS.


Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan. . . se maravillaban; y les reconocieron que habían estado con Jesús. Hech. 4:13
Pedro y Juan habían realizado un verdadero milagro. Un invalido había sido curado. Este milagro fue realizado a las 15 horas (cap. 3:1). Los sacerdotes y saduceos se resintieron por el poder de que tenían los discípulos de Cristo y los arrestaron. 

El milagro, realizado fue en el nombre de Jesús. Pedro había presentado su discurso ante cinco mil personas y se convirtieron cinco mil personas. (Hech. 4:4). 

Pedro y Juan fueron arrestados. Era la hora duodécima cerca de la puesta del sol. A los judíos se le estaba próvido dictar sentencia en una sesión nocturna. ¿Por qué? La respuesta está en (Isa. 21:12. y Mishnah Rosh Hashanah 3:1). 

 Los discípulos fueron llevados a juicio. Los sacerdotes preguntaron: “¿Con qué potestad o en el nombre de quien, habéis hecho esto?” (Hech 4:7). Esta fue la gran oportunidad de Pedro. Conducido por el Espíritu Santo puso de relieve a Jesús, la Piedra del ángulo que había sido rechazada por los Judíos. 

Hizo notar que sólo por Cristo son posibles la sanidad y la salvación. Fue una predicación convincente. No fue un sermón preparado y aburrido. Fue una defensa que sólo pudo ser dada por inspiración divina; sólo por uno que conoce a Jesús. 

Los sacerdotes reconocieron esto: “Les reconocían que habían estado con Jesús”. Recuerdo que cuando iba con mi amigo Santiago a dar un estudio a cierto lugar, vi que no era el que hablaba, sino el Espíritu Santo ponía las palabras en sus labios. 

Fue una experiencia maravillosa que algún día contare. Los sacerdotes sabían la clase de hombre que era Jesús. Estos hombres podían haber tenido ese poder, pero su orgullo y arrogancia los llevaron a la destrucción.  

Ese mismo poder que fue dado a los discípulos puede ser nuestro hoy. Cuando veo algunos países de Asia y latino America, como trabajan para el Señor, solo sale un ¡Amen Señor! Nuestras habilidades deben ponerse al servicio de Dios. 

No importa que seas un peón, un oficinista, un ama de casa, medico, enfermera etc. Tú tienes ese don y debes emplearlo para Dios, sino él lo demandara de ti. 

El Espíritu trabaja por el bienestar espiritual del hombre. Da el espíritu de la sabiduría para que pueda hablar elocuentemente para Dios. 
Da el poder de ayudar a los inválidos espirituales, aquellos que viven abatidos, sin Cristo, a fin de que lleguen a vivir para Cristo. 
Da el poder de influir sobre otros, y haremos esto cuando los hombres reconozcan que hemos estado con Jesús.
Maranata
Luis José de Madariaga.
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