martes, 28 de junio de 2016

SOPORTAR LAS CARGAS.


Porque ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias. Hech.15:28.
Los discípulos se habían congregado en concilio. Los creyentes gentiles habían sido recusados por los fariseos convertidos en el asunto de la circuncisión. Los discípulos habían decidido que no se aplicaran las antiguas leyes ceremoniales. 
Cristo las había clavado en la cruz. Continuar con ellas en la iglesia cristiana habría sido una carga innecesaria para los creyentes. 

“Hoy las iglesias protestantes dicen: que la ley fue clavada en la cruz, y que es la gracia la que salva.” 
Y lo que fue clavado en la cruz fue la ley ceremonial. 

En el concilio se envió una carta a los gentiles diciéndoles que por la autoridad del Espíritu Santo la única carga que debían reconocer era la responsabilidad de ser obedientes a los mandamientos de Dios. 

La ley dada en el Sinaí. Exo. 20. 
Es extraño que haya gente hoy que todavía lleve cargas innecesarias, cargas tan pesadas que muchos son movidos a cometer acciones drásticas. Los judíos estaban dejando los prejuicios y las tradiciones. 

Cuando una carga llega ser tan grande que no podemos tolerarla, hay un remedio. Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mat. 11:28). Sin embargo, cuántos de nosotros descuidamos la comunicación y la sabiduría que Dios esta dispuesto a dar. 

Somos como la anciana que subió a un tren llevando una carga pesada. Continuó sosteniendo su carga mientras avanzaba el tren. Finalmente le dijo el guarda: “Señora, si pone la carga en el piso, el tren la llevará tanto a usted como a ella”. 

Hay cargas legítimas que cada uno de nosotros debe llevar. Esa son las cargas que nos ha dado Jesús; no la carga de las cosas mundanas, sino las cargas de las almas que no conocen a Jesús. 
Es nuestra responsabilidad de llevar esas cargas. Nuestra experiencia cristiana se debilita sin una carga tal. 

Sin embargo, no tenemos que llevar solo esa carga. El que trata de llevar esa carga solo, está en peligro de fracasar. Cuando no le pedimos a Jesús que comparta la carga con nosotros, interviene prestamente Satanás y la hace más pesada. 

Pronto se hace tan intolerable que desfallecemos bajo el peso. Es una tragedia cuando uno se quebranta fisicamente. 
Es una tragedia mayor cuando uno se quebranta espiritualmente. 
 Hoy, al emprender las actividades del día, cada uno tendrá sus cargas. El Espíritu Santo espera compartirlas con cada uno de nosotros.
Maranata
Luis José de Madariaga.
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