jueves, 16 de junio de 2016

EL PODER DEL ESPÍRITU


Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Hech. 10:44.
En su libro El Ministerio del Espíritu, p. 199. G. B. Thompson cuenta la historia de dos mujeres que asistían a las reuniones de D. L. Moody. 

Al terminar la reunión del sábado le dijeron: “Estamos orando por usted” El respondió: “¿Por qué no oran por la gente?” Le respondieron: “Usted necesita poder”. Moody pensó que tenía poder. 
 Pidió a las damas que viniesen para hablar con él. Así lo hicieron ellas y juntos imploraron para que él recibiese la unción del Espíritu Santo. 
Como resultado de esto, el Espíritu Santo entró en Moody y lo usó como nunca antes. 
El mismo Espíritu llenó a Pedro cuando habló a Cornelio y a su casa. Antes de dirigirse a la casa de Cornelio, había estado en oración. Así también Cornelio. 
Pedro entendió que había barreras raciales para la predicación del evangelio. 
A los gentiles había de ser dadas las mismas oportunidades que a los judíos. Ahora Pedro estaba ante los gentiles presentándoles a Cristo. 
 El mensaje lleno de oración y de Espíritu cayó en oídos receptivos. El Espíritu Santo obró en los corazones gentiles eliminando de ellos las prácticas mundanas. 
Llegaron a ser nuevas criaturas en Jesús. 

Esta fue para Pedro una evidencia convincente de que Dios estaba con él usándolo y respondiendo a sus oraciones. 
Este fue el comienzo de la gran cruzada en la gracia del almas que sería extendida a todo país ante del retorno de Jesús para recoger a sus redimidos.

Un misionero viajaba en un tren, en tiempos de la segunda guerra mundial. El tren llevaba horas de atraso y los pasajeros estaban cansados y malhumorados. 

El misionero procuro hablar con ellos, pero fue rechazado. 
Una madre con cuatro niños lo estaba pasando mal con ellos. El más pequeño lloraba. El misionero tomo al niño y lo tranquilizó. Luego vio a una dama que lloraba. Supo que el padre de ella acababa de morir. Se sentó junto a ella y la brindó consuelo espiritual. 

Los demás pasajeros estaban conmovidos. Antes de que el tren llegara al destino la actitud de todos había cambiado. El misionero se mantuvo muy ocupado respondiendo preguntas acerca de la Biblia. Muchos de los pasajeros se escribieron en un curso bíblico. De esta manera el Espíritu Santo trabajó entonces. ¿Trabaja así ahora?
Maranata
Luis José de Madariaga.
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