domingo, 12 de octubre de 2014

¡MUERTOS, PERO VIVOS!


Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi; y lo que ahora lo vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, él cual me amó y se entregó a sí mismo por mi. Gal. 2:20.


En este versículo encontramos unas de las grandes declaraciones espirituales de Pablo. Pocos recuerdan que esta famosa frase fue expresada al recordar el conflicto que surgió entre Pablo y Pedro. No olvidemos que Santiago era el que presidia la asamblea en Jerusalén.

La actitud de éste hacia los cristianos gentiles cambió radicalmente cuando llegaron hermanos judíos que guardaban celosamente la ley ceremonial. Pedro comía con los gentiles hasta que apareció estos hermanos judíos guardianes de la liturgia tradicional. A partir de ese momento se alejó de sus hermanos gentiles.

Es muy notable este hecho, ya que a través del tiempo la historia se repite en pleno siglo XXI, dentro del pueblo de Dios, queramos admitirlo o no, pero la realidad es que existe; hacemos diferencias entre unos y otros, entre pobres y ricos, entre vasallos y nobles.

Este alejamiento era símbolo de su retorno al judaísmo y al sistema de la salvación por las obras. 

 En el verso 16 Pablo declara lo siguiente al poner de manifiesto la duplicidad de Pedro. “No miento” Pablo sostiene solemnemente mediante un juramento la veracidad de lo que considera como una parte muy importante de su relato.

Pedro: “Nosotros. . . hemos creído en Jesucristo para ser 
justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado”.

Naturalmente que Pablo no se olvidó de mencionar la importancia de la obediencia en relación con la justificación por la fe. “Y si buscamos ser justificados en Cristo también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera” (vers.17).

La ley tiene, pues, una función, aunque no sea la de salvar. Su función consiste en señalar el bien y el mal.
El apóstol sigue diciendo: “Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios” (vers19).

¿De que manera había muerto Pablo para la ley? Había renunciado a toda posibilidad de justificación por medio de las obras de la ley. No tenia esperanza de salvarse por la ley. Por lo tanto, este asunto había muerto para él.
Pero aunque esta muerto para la ley, no estaba sin ley. En ese momento Pablo unió los conceptos de justificación y santificación en la palabra del verso citado al comienzo, que describen con gran belleza la misteriosa vida del creyente en Cristo.

Esta es la gran obra de Dios ya que el cristiano debe vivir una vida de fe y por fe en Cristo, las obras es consecuencia de nuestra fe. El Señor se apropia entonces del creyente. Por medio de su Palabra llega a formar parte de cada cristiano.
Maranata.
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La Biblia a través del tiempo
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