miércoles, 2 de febrero de 2011

NINGUN OTRO DIOS.

A ti fue mostrado, para que supieses que Jehová es Dios, y no hay otro fuera de él. Deut. 4: 35.
Con estas palabras Moisés estaba intentando fortalecer la fe de Israel en Dios. Hoy también el creyente cristiano necesita saber que el Señor es Dios y que no hay otro. vez Conscientes de mis creencias religiosas, algunos de mis amigos escépticos de vez en cuando me desafían. "Sabemos que crees", dice, "pero no puedes estar realmente seguro, ¿no es así?" Pero yo sí sé, les aseguro. Esta cuestión fundamental de la realidad de Dios es tan importante que un hombre debe estar completamente seguro.

Por cierto, si una creencia no se sostiene ni prueba a sí misma en el ardiente crisol de la experiencia, no tiene valor alguno. El apóstol Pablo dice que benditos son los que creen aun cuando no hayan visto, lo cual es evidentemente un acto de fe.

Por lo tanto, debe haber primeramente cierta medida de fe. Pero el hombre de fe no puede vivir en ciega credulidad. Afortunadamente, puede tener la evidencia concreta que necesita para respaldar su fe inicial.


El no creyente, que jamás ha conocido a Dios, considerará como engaño una confianza espiritual así. Pero en realidad, no es una ilusión en absoluto. En cambio, es una sublime realidad. Es difícil explicar el crecimiento en la fe espiritual. Se lo puede comparar con el intento de trasmitir a un sordo la emocionante experiencia de escuchar el majestuoso oratorio La creación, de Haydn.

La desgracia del hombre no hace que la música sea una ilusión. Antes bien, es una realidad vital y conmovedora, y una profunda bendición para todos aquellos cuy
os oídos y almas están abiertos a su belleza. No obstante, existe una notable diferencia. No todos pueden escuchar un gran oratorio, pero todos pueden escuchar la voz del Padre celestial. El supremo privilegio de toda alma es conocer a este Padre.

En la facultad hice un curso sobre Evidencias Cristiana. Los miembros de la
clase se conmovían profundamente cuando el profesor presentaba con convicción la abrumadora evidencia de la existencia de Dios. En la última clase nuestro profesor hizo esta apelación: "A pesar del peso de la evidencia, algunos de ustedes todavía tienen dudas. Si es así, ¿darán ustedes ahora el próximo paso, que es conocer a Dios mediante la experiencia personal?
Esta es la evidencia más convincente que conozco". El profesor tenía razón, porque conocer a Dios por medio de su espíritu es todavía la prueba principal.



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