viernes, 11 de febrero de 2011

EN EL TIEMPO SEÑALADO POR DIOS.

Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Gál.
4:4,5. (foto Nacimiento de Jesús).

Fue determinada en el concilio celestial la hora en que Cristo había de venir; y cuando el gran reloj del tiempo marcó aquella hora, Jesús nació en Belén. "más venido el cumplimiento del tiempo, Dios
envió a su Hijo. La Providencia había dirigido los movimientos de las naciones, así como el flujo y reflujo de impulsos e influencias de origen humano, a tal punto que el mundo estaba maduro para la llegada del Libertador. . .

El engaño del pecado había llegado a su culminación. Había sido puesto en operación todos los medios de depravación de las almas de los hombres. El Hijo de Dios, mirando al mundo, de los hombres había llegado a ser víctimas de la crueldad satánica. Miraba con piedad a aquellos a quienes se estaban corrompiendo, matando y perdiendo. . .

Se había demostrado ante el Universo que, separada de Dios, la humanidad no pu
ede ser elevada. Un nuevo elemento de vida y poder tiene que ser impartido por Aquel que hizo el mundo. Con intenso interés, los mundos que no habían caído habían mirado para ver a Jehová levantarse y barrer a los habitantes de la tierra. . .

Pero en vez de destruir al mundo Dios envió a su Hijo para salvarlo. . . En el mismo momento de la crisis, cuando Satanás parecía estar a punto de triunfar, el Hijo de Dios vino como embajador de la gracia divina. En toda época y en todo momento, el amor de Dios se había manifestado en favor de la especie caída. (foto Cristo Redentor).


A pesar de la perversidad de los hombres, hubo siempre indicios de misericordia. Y llegada la plenitud del tiempo, la Divinidad se glorificó derramando sobre el mundo tal efusión de gracia sanadora, que no se interrumpiría hasta que se cumpliese el plan de la salvación.

Nadie, excepto Cristo, puede amoldar de nuevo el carácter que ha sido arruinado por el pecado. El vino para expulsar a los demonios que habían dominado la voluntad. Vino para levantarnos del polvo, para rehacer según el mundo divino el carácter que había sido mancillado.-D.T.G. p. 23-28.(foto solo Cristo puede renovar el carácter).

G. W.

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