jueves, 17 de febrero de 2011

EL REINO DE DIOS EN EL CORAZON.

He aquí el reino de Dios está entre vosotros. Luc. 17:21.

El gobierno bajo el cual Jesús vivía era corrompido por todos lados había abusos clamorosos: Extorsión, intolerancia y crueldad insultante. Sin embargo, el salvador no intentó hacer reformas civiles, no atacó los abusos nacionales ni condenó a los enemigos nacionales. (foto, Cristo y las parábolas)


No intervino en la autoridad ni en la administración de los que estaban en el poder. El que era nuestro ejemplo se mantuvo alejado de los gobiernos terrenales. No porque fuese indiferente a los males de los hombres, sino porque el remedio no consistía en medidas simplemente humanas y extremas. Para ser eficiente, la cura debía alcanzar a los hombres individu
almente, y debía regenerar el corazón.-(D.T.G. p.470).

Algunos de los fariseos habían venido a Jesús y le habían preguntado "cuando había de venir el reino de Dios". Habían pasado más de tres años desde que Juan el Bautista diera el mensaje que a manera de toque de trompeta había repercutido por el país: Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado" (Mat. 3:2). Y sin embargo los fariseos no veían señal laguna del establecimiento del reino. (foto, Cristo mi reino no es de este mundo).

Jesús contesto: "El reino de Dios no vendrá con advertencia [manifestación exterior, VM] ni dirán: Helo aquí, o helo allí: porque he aquí el reino de Dios entre vosotros está". No busquéis aquí o allí manifestación del poder terrenal que señalen su comienzo.-Id. 467.

La obra
de Cristo no sólo declaraban que era el Mesías, sino que manifestaban cómo iba a establecerse su reino. . . El reino de Dios no viene con manifestación externas. Viene mediante la dulzura de la inspiración de su Palabra, la obra interior de su Espíritu, y la comunión del alma con Aquel que es su vida.

La mayor demostración de su poder se advierte en la naturaleza humana llevada a la perfección del carácter de Cristo.

Cristo vino a la tierra, y se presentó ante los hijos de los hombres con el atesorado amor de la eternidad, y tal es el caudal que, por medio de nuestra unión con él, hemos de recibir para manifestarlo y distribuirlo.-MC. 23,24. (foto, la venida de Dios sera cono el relámpago).

W.G.

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