LA NECESIDAD DE LA IGLESIA.

Y en esto doy mí consejo; porque esto os conviene a vosotros, que comenzasteis antes, no sólo a hacerlo,
sino también a quererlo, desde el año pasado. Ahora, pues, llevad también a cabo el hecho, para que como estuvisteis presto a querer, así también lo estéis en cumplir conforme a lo que tenéis. 2º Cor. 8:10-11.

A lo largo de la historia del pueblo de Dios, fue grandemente bendecido, y fue muy dadivoso para con aquellos menos desfavorecidos de la raza humana. 

Pablo nos esta hablando de una necesidad que surgió en Jerusalén. Ates de la caída de este por el imperio Romano en el año 70 d.C. 

Las necesidades de la iglesia eran enormes, cada día se agregaban más personas y por lo tanto las necesidades eran mayores. No era un mandato de Pablo, sino del Señor Jesucristo. 

La iglesia de Corinto se había ofrecido a dar una ofrenda para la iglesia de Jerusalén el año anterior, y ahora Pablo pide esa ayuda a sus hermanos de Corintio para la iglesia. 

Pablo les recuerda que Cristo había dejado toda la gloria de su reino, para bajar a salvar a la humanidad. 

Se hizo pobre, para ser igual que sus hermanos. No vino para estar en palacios, ni comer comidas exóticas, ni vestir lujosos trajes. Vino para darnos ejemplo de cómo podemos ayudar a otros. 

Las promesas hechas por la iglesia de Corintio no estaban siendo pagadas. 

Los blancos no se estaba alcanzando. ¿No ocurre esto hoy en nuestras iglesias? 

La gente muere no de pan, sino de la palabra de Dios. Creo con sinceridad que la naturaleza humana no ha cambiado en el transcurso de los siglos.

 No somos nosotros lo que debemos juzgar, si se invierte bien las ofrendas. ¡No! Aun que por desgracia lo hacemos. Será Dios en su divino juicio que determine si fue correcto o no la decisión tomada. 

Muchos proyecto son planeados, y nunca se llevan acabo por causa económicas. Pablo insta a la iglesia que cumpla su palabra dada el año anterior, para ayudar a los hermanos de Jerusalén. 

Vivimos en un tiempo muy difíciles por causa de la pandemia, muchos de los que han bajado al sepulcro, no han tenido la oportunidad de conocer la verdad por causa de nuestras ofrendas. 

¿No nos alimenta Dios cada día? Recuerdo aúna cristiana, muy humilde y temerosa de Dios. 

Lo primero que hacia cuando recibía la pensión del gobierno, era apartar lo que era de Dios, y la ofrenda para las misiones. 

Ella decía: ¡cuántas necesidad hay en el mundo! Un poquito de lo mio no hace el granero, pero ayuda a llenarlo. 

Hay miles de personas que viven desilusionadas e infelices en los años maduros de la vida, y que habrían podido vivir venturosamente si hubiesen puesto sus asuntos en manos de su Dios. Hay un mundo que necesita nuestra ayuda.

MARANATA.

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