jueves, 22 de octubre de 2020

UN SOBORNO IN LICITO.

 

Cuando vio Simon que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, Diciendo: Dame también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. Hech. 8:18-19. 

Simón había sido bautizado por Felipe así como lo había sido los otros samaritanos; pero las manos de los apóstoles no había sido puestas sobre él, y no había recibido el Espíritu que generosamente había sido dado a los otros creyentes.

La ambición de poseer un poder para nuestro beneficio y no para dar gloria a Dios, se puede convertir en un arma de doble filo. 

Simon era un hombre que había beneficiado a su comunidad, pero su naturaleza de ser reconocido como uno grande le llevo a cometer el mayor error de su vida.

Vio las evidencias del Espíritu Santo y su poder. Estas personas eran transformadas para gloria de Dios. Vio en primera persona la obra del Espíritu Santo en su pueblo. 

La gente respondió y se vieron muchas manifestaciones del poder de Dios. Fue la evidencia que el Espíritu Santo había penetrado en la vida de ellos. 

Me pregunto: ¿por qué no hay estas manifestación en el pueblo de Dios?¿Será que nuestras preocupaciones y nuestro ego centrado en las cosas de este mundo, no nos deja ver la realidad del poder de Dios? 

Felipe llego a samaria y comenzó a predicar las buenas nuevas del evangelio.

Esto causo una alegría inmensurable por eso se vieron muchas manifestaciones del poder de Dios. 

Simon vio una oportunidad para sus ambiciones egoístas y ofreció dinero a Pedro y Juan, esperando comprar lo que no había recibido. 

Esta conducta descubrió los motivos que lo dominaban. Hoy en nuestro siglo hay personas como Simón, no lo aparenta, pero sus fines saldrán a la superficie para que todo lo vean. 

Dios desea dar a su pueblo el refugio del Espíritu Santo, bautizándolos nuevamente en su inmensurable amor. La falta del poder espiritual no tiene razón de ser en la iglesia.  

Después de la ascensión de Cristo, el Espíritu Santo bajo sobre los discípulos que lo esperaban, oraban y creían, con una plenitud y poder que llenó todos los corazones.

Pero si el se arrepentía obtendría el perdón, había una segunda oportunidad. Muchos están en la iglesia por los cargos y la reputación que conlleva este cargo. 


Y lo que demuestra estas personas una incomprensión fundamental del carácter de Dios y de los dones del Espíritu.

Muchos tenemos que aprender a ser sumisos a Dios, que es él que da los cargos, y estos hay que desempeñarlos con honradez.

Tales personas que desean estar en los primeros bancos, se deberían hacer un auto examen con la ayuda del Espíritu Santo. 

MARANATA.

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