Este texto no significa que Pedro fuera superior a los apóstoles ni que estuviera excluido del grupo. Es imprescindible (cf. 1:16) que así lo hagamos.
Esta es una afirmación aun más contundente que otra que Pedro y Juan habían hecho anteriormente (cap. 4:19), con un mayor énfasis en el hecho de que no podían escoger otra cosa sino obedecer a Dios, no importa cuáles pudieran ser las consecuencias.
Había recibido la orden de Jesús en la gran comisión y la exhortación a ser testigos de él (cap. 1:8), y más tarde, el mandato explícito del ángel (cap.5:20).
Jesús había establecido el principio de que debía obedecer a César y a Dios. Se debía obedecer a César en lo que se refiere a las leyes de derecho común, y a Dios en lo que le corresponda (Mat. 22:21).
Pero el cristiano no puede servir a dos señores (Mat. 6:24; Luc. 16:13).Como hay un Señor a quien se debe rendir la lealtad máxima.
Y ese Señor es DiosLos dirigentes del sanedrín no había reconocido a Jesús, por lo tanto Pedro tampoco enuncia los nombres de los dirigentes de la iglesia.
Hay una declaración en la dieta Worms, Lutero declaró: “Si no se me convence con testimonios bíblicos, o con razones evidentes,
y si no se me persuade con el mismo texto que yo he citado, y si no sujetan mi conciencia a la palabra de Dios, yo no puedo ni quiero retractarme de nada, por no ser digno de un cristiano hablar contra mi concienciaHeme aquí; no me es dado hacer de otro modo.
¡Que Dios me ayude! 'Amen!” (CS. 170-171). Creo con sinceridad que estas palabras debería estar en las bocas de todo hijo de Dios, a la hora de testificar ante las autoridades de este mundo.
Muchos afirman de servir a Dios, pero igual a los del sanedrín afirmaban servirle, lo rechazaban. Dios quiere a hijos que sean como Pedro Juan, que sean valientes en testificar por Cristo.
Muchos de los hijos de Dios, no tendrán libertad, pero deben tener valor de arriesgarlo todo por la fe en Cristo. Pregunto: ¿Que ocurriría si en todo el mundo hubiera miles de cristianos sinceros y invencibles como Pedro?
Estoy seguro que la Segunda Venida ya se habría efectuado. Pero somos nosotros, con nuestra actitud como y patética, la que estamos retrasando el proyecto de Dios.“
Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva” (Apc. 21:1). Nos toca como iglesia militante acelerar la venida de nuestro Señor, ahora tenemos que enfrentarnos a un mundo desenfrenado por la idolatría y el amor propio. ¡Todo depende de nosotros!
MARANATA.
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