lunes, 22 de agosto de 2011

ENTREGA CONSTANTE.

Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado yo. Más bien, uno cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que esta delante. Filipenses 3:13.

En el plan de la salvación no es suficiente que hayamos entregado una sola vez nuestra voluntad a Dios. Debemos hacerlo confiadamente, como demostración de que nuestra decisión no ha cambiado. Puesto que somos libres para cambiar de opinión y deseo, Dios quiere que cada día le permitamos intervenir en nuestra vida.

Haberlo hecho una
vez en el pasado, no es ninguna garantía en seres que son libres para pensar y actuar por si mismo.

Muchos cristianos que comenzaron bien la carrera cristiana, despues de un tiempo se convierte en personas que se enorgullecen de sus obras buenas y
piensan que estas les garantiza la salvación.

Hay otros que piensan que deben hacer algo para que les garantice la salvación, y luchan denodadamente para demostrar a Dios el deseo que tiene el derecho de ser salvos.
Aun hay otros que luchan por ser buenos, y cuando no lo logran plenamente, se frustran y piensan que la salvación es muy fácil de conseguir, y albergan dudas de si alguna vez podrán estar en el reino de Dios.

Cuando recordamos los maravilloso que es Dios, que ha provisto todo para nuestra salvación, cuando nos esforzamos por entregarle cada día nuestra voluntad, cuando co
nfiamos en que somos sus hijo y nunca nos abandonará, desaparece las preocupaciones con respecto a la salvación personal.

Si la salvación personal descansa en el esfuerzo humano, entonces si deberiamos preocuparnos. Porque el esfuerzo humano es frágil, somos débiles, nuestra tendencia es mala, nuestra comprensión es limitada. Somos incapaces de hacer el bien consistentemente; y cuando lo hemos hecho, lo saturamos de orgullo y motivos egoístas.

Pero gacias a Dios que el ha hecho una provisión amplia, que solo debemos aceptar y ser humildes. No podemos agregarle nada. Se nos recuerda. "Este manto, tejido en el telar del cielo, no tiene un solo hilo de invención humana" (Palabras de vida del gran Maestro, p. 253.
Eloy Wade.




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