viernes, 5 de agosto de 2011

CRISTO NUESTRO AUXILIADOR Y REDENTOR.

PORQUE ASÍ COMO POR LA DESOBEDIENCIA DE UN HOMBRE LOS MUCHOS FUERON CONSTITUIDOS PECADORES, ASÍ TAMBIÉN POR LA OBEDIENCIA DE UNO, MUCHOS SERÁN CONSTITUIDOS JUSTOS. Roma.5:19.

Adán y Eva fueron colocados en el Edén en circunstancias extremadamente favorables. . . Estaban sin la condenación del pecado. La luz de Dios y de
los ángeles estaba con ellos y los rodeaba. El autor de su existencia era su maestro.

Pero cayeron bajo el poder y la tentaciones del artero enemigo. Durante cuatro mil años Satanás estuvo obrando contra
el gobierno de Dios y obtuvo fortaleza y experiencia gracias a su constante activada en este sentido.

Los hombres caídos no tenían las ventajas de Adán y Eva en el Edén. Había estado separados de Dios durante cuatro mil años. La sabiduría para comprender y el poder para resistir las tentaciones de Satanás habían disminuidos má
s y más, al punto que éste parecía reinar triunfante sobre la tierra.

El apetito y la pasión, el amor del mundo y pecados temerarios eran las g
randes ramas del mal, de las cuales crecían toda suerte de crímenes, violencia y corrupción. Puesto que el Hombre caído no podía vencer a Satanás con su fortaleza humana, vino Cristo de las reales cortes del cielo para ayudar con su fortaleza humana y divina combinadas.

Cristo sabía que Adán en el Edén, con sus excelentes ventajas, podía haber resistido la tentación de Satanás y podía haber vencido. Sabía también que no era posible que el hombre fuera del Edén, separado de la luz y del amor de Dios, desde la caída, resistiera con su propia fuerza las tentaciones de Satanás.


A fin de proporcionar esperanza al hombre y salvarlo de su completa ruina, se humilló a sí mismo al tomar la naturaleza humana, para que, con su poder divino combinado con el humano, pudiera alcanzar al hombre donde éste.

Obtuvo para los caídos hijos e hijas de Adán aquella fortaleza que es imposible que logren por sí mismos, para que en el nombre de Cristo puedan vencer las tentaciones de Satanás.

Nuestra vida pu
ede parecer entregada, pero al confiarnos al. . . Maestro, él desentrañará el modelo de la vida y carácter que sea para su propia gloria. Y ese carácter que expresa la gloria-o carácter-de Cristo, será recibido en el Paraíso de Dios.

Todo el que cumpla por fe los mandamientos de Dios, alcanzará el estado de impecabilidad en que vivia Adán de la caída.

G.W.

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