sábado, 29 de enero de 2011

SE VENDE TIEMPO

Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría (Sal. 90: 12).

Se cuenta la historia que un hombre se encontró cierto día frente a un banco donde había un letrero de decía: "Se vende tiempo". Entró y se encontró con un grupo de personas que explicaban por qué querían comprar tiempo. Un hombre acababa de saber que tenía una enfermedad maligna que podría haberse remediado hacía un año, pero que había sido descuidada. Quería comprar de nuevo ese año. Su hijo acababa de ser condenado por asesinato y, comprendiendo que eso se debía al descuido de ellos, querían comenzar de nuevo.


Un hombre mal vestido quería comprar treinta años para obtener una educación que había descuidado en su juventud. y así proseguían los relatos.

Muchos sueñan despiertos con la forma de recobrar los años malgastados. Pero no se puede recuperar el tiempo perdido.
Pocos aprenden en su juventud esta lección importantísima. El tiempo se desliza muy rápidamente una vez que se ha pasado de la niñez.
Un amigo mío le dijo a un anciano de 94 años:
-Supongo que debe parecerle mucho tiempo desde que fui muchacho.
-Hijo-contesto el anciano-, me parece que fue ayer.

El tiempo tiene valor únicamente si se lo gasta para la eternidad. A
menos que invirtamos nuestro tiempo en la eternidad, lo malgastamos, y a veces hacemos algo peor que malgastarlo. Somos como el ejército del necio emperador romano, Cayo Calícula, que en vez de estar preparado para proteger el imperio fue puesto ala tarea de recoger lindas conchitas marinas a la orilla del mar.

De modo que, ya sea que nos parerzca que tenemos la mayor parte de nuestra vida delante de nosotros, o sólo unos pocos y breves años, "tragamos al corazón sabiduría" y aprovechemos esos años hasta el máximo en términos de eternidad.

Invirtamos el dinero de nuestro tiempo, que disminuye rápidamente, adquiriendo las doradas acciones, que nunca fallan, de la vida inmortal prometida por Cristo.


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