viernes, 21 de enero de 2011

EL PRIMER REQUISITO PARA LA FELICIDAD.

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Cada una de las bienaventuranzas pronuncia una bendición sobre algo difícil. No es fácil ser "pobre en espíritu", pues eso significa humildad, y la humildad no es una virtud común. Una nueva versión inglesa reza así: "Cuán bienaventurados son los que saben que son pobres". Esta bienaventuranza demanda una comprensión propia que es ajena a la mayoría de la gente.

"Se dice que Francisco de Asís tenía una forma sencilla y eficaz de mantenerse humilde. Cuando alguien alababa sus virtudes, pedía que un monje, compañero suyo, se sentara con él y le enumerara sus faltas. Podría decirse joc
osamente que si Francisco hubiera sido casado, le habrían prestado ese servicio en casa.

Y, con toda seriedad, un hogar piadoso es un excelente campo de preparación para la gracia de la humildad, pues el amor hace que se combinen la debilidad con la fortaleza, evita la adulación de lo falso y se preocupa de lo suficiente como para curar" (Sockman, The Higher Hapiness, pág. 28).

Es mucho más fácil enorgullecernos que admitir que somos débiles y defectuosos. Se necesita verdadera gracia cristiana para reconocer nuestra debilidades y buscar fortaleza de Dios.

"El que se cree sano, que se considera bastante bueno, y que está satisfecho de s
u condición, no procura participar de la gracia y la justicia de Cristo. El orgullo no siente necesidad, y cierra la puerta del corazón para que no entre Cristo ni entren las bendiciones infinitas que él vino a dar" (El Discurso Maestro de Jesucristo, pág. 14).

Billy Graham ha dicho: "Hay sólo una forma permanente de tener paz en el alma; una paz que brota en forma de gozo, contento y felicidad, y es por medio del arrepentimiento de los pecados y la fe personal en Cristo Jesús como Salvador" (The Secret of Happiness, pág.14).



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