miércoles, 12 de enero de 2011

PEQUEÑOS PESOS.

Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. (Heb. 12:1).

Sólo tiene un día 2011, de modo que no es demasiado tarde para hacer resoluciones del año nuevo. A Pablo le gustaba referirse a los olímpicos. Veía en ellos muchas ilustraciones que podía aplicar a la vida cristiana. En el texto de hoy escribe acerca de las carreras.

Los corredores olímpicos corrían desnudos. Tan agotadora era la competencia, que ningún se cargaba con el mínimo peso que pudiera significar la la diferencia entre la victoria y la derrota. Nótese que nuestro texto Pablo no compara a los pesos con el pecado. Se refiere a ellos como impedimentos que retardaban a los corredores. Pero sería bueno tener en cuenta otra vez que tales pesos podían hacer perder la carrera a un corredor.

Tampoco Pablo especifica algunos pesos que podrían estorbar al cristiano en su carrera. Deja que el lector haga sus propias aplicaciones. Pero hoy haremos unas pocas sugerencias en cuanto a algunas cosas que quizá no nos parezcan pesos, pero que lo son en realidad.

Por ejemplo, está ese dinero que le debemos a Juan Garcia. Como
es poco, lo hemos ido olvidando. ¿Y qué diremos de la disculpas que deberíamos haber presentado ante María o Yamilet y hasta ahora la hemos descuidado? Es algo pequeño pero indispensable.

¿Cuánto tiempo hace que pensamos visitar a ese vecino en formo? Oh a ese hermano que hace tanto tiempo que no nos hablamos con el? La conciencia nos dice que no debemos descuidad más esa buena obra ¿Y esa carta tantas veces pospuesta? Nuestra repetida dilación es un ostaculo para nuestra vida cristiana.

Son cosas pequeñas que debemos desprendernos antes que esas cosas se hagan más grandes. Pesos. Pequeños pesos que, como las lapas que se pegan a la roca y que aveces están bajo la linea de flotación de los barcos, contribuyen a minorar la velocidad. Oh la que esta en la roca, tan pegada que no se puede sacar. Pero como cristianos no queremos ser retardados en nuestra marcha, despojemos de todo aquello que nos impida marcha al encuentro de nuestro Dios. ¿verdad? De modo que hagamos un plan para renovar nuestro corazón de modo que este año empecemos a mirar las cosas celestiales, porque nuestro reino no es de este mundo.

Davis y Josue.

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